viernes, 30 de diciembre de 2011

Empiezo a sentir la diferencia.

     Ya empiezo a sentir la diferencia, y viene escondida en suaves brisas de viento frío, en sonrisas de un amor del pasado, en lágrimas que deja un fuerte golpe de la vida. Ya veo que he dejado atrás mil cosas y, mientras las recuerdo, puedo sentir como si me empujaran al lado oscuro de la nostalgia, para sentirla, para recibir al nuevo año entre historias antiguas y anécdotas de meses pasados.
     Ya empiezo a sentir la diferencia, dejé varias cartas escritas sobre las almohadas de la gente que amo, con la esperanza de que al leerlas, al menos una lágrima de añoranza se atreva a rodar por alguna que otra mejilla. Siento el rubor en mi cara, que anuncia cuán enamorada me siento de la escena que experimento... pero entonces sólo prefiero esconderme en algún rincón, hablar con la pared, mirar mi reloj y ver que restan tan sólo un par de minutos para ver partir mis dolencias, mis temores, mis "No puedo hacerlo".
     Ya empiezo a sentir la diferencia, viene convertida en lágrimas brillantes como un diamante, en esperanza fuerte como una roca, en abrazos infinitos como la fe misma. Empiezo entonces a recordar de nuevo, me quedo un segundo en silencio y miro a mi alrededor. Quisiera estar siempre así, rodeada de la gente que amo y me ama, rodeada de un exquisito sabor a unión familiar, rodeada de la dulzura inexistente que habita en el aire, de ese sentimiento agridulce que me deja el hacer memoria. Y me doy cuenta de que no deberían ser "Feliz año" las palabras correctas para empezar esta nueva etapa, sino más bien "Gracias, Papá Dios, gracias".

martes, 20 de diciembre de 2011

DIARIO 21: ¡Sonriéndole a la vida, baby!


¡Sí!
Diciembre comenzó bien, sigue excelentemente y parece que terminará mejor para mí... Este mes ha sido bueno conmigo.
Resulta que, con tantas cosas que me están pasando, me he puesto a pensar un poco en lo que he dejado atrás, en la maravilla que resulta la palabra "Basta" cuando te la dices a ti misma con una honestidad llena de adrenalina y decisión. Esa palabra no sólo me ha salvado a mí de unas vacaciones terribles, también a unas cuantas personas, lo sé. Sólo aquel que se haya dicho "Basta" a sí mismo sería capaz de entender a qué me refiero. Si en junio me rechazaron y en julio abandoné cosas y luego de nuevo volvieron a rechazarme en octubre... en diciembre no han hecho más que darme la bienvenida, y en vez de dejar cosas, me he aferrado a varias. Creo que puedo sonreír alegremente, la vida se ha tornado totalmente distinta desde que le dije -Adiós- al colegio y me convertí en una futura estudiante universitaria, he conocido gente diferente, agradable... interesante. Aún sigo haciendo las cosas que amo -escribir, leer, estudiar música-, sólo que ahora las hago siendo algo egoísta y hasta narcisista; creo que pasé mucho tiempo de mi vida pensando en los demás y jamás logré desentenderme de ese gran error, sino hasta ahora, que escribo para mí, que leo para mí y estudio música porque así lo decidí y así lo quiero.
Cambiando un poco de tema, a veces llego a pensar que son los hombres los que no tienen sentido, los ganadores en esa guerra de sexos de "¿quién es el más complicado?", pero luego debo aceptar que las mujeres somos más complicadas de lo debido, somos como la matemática más compleja, vamos a la velocidad de la luz y el cerebro masculino no logra alcanzarnos... es algo así. Y, ya que hablo de esto, descubrí que casi todos los muchachos de mi edad aún no han madurado y no tiene  ni idea de lo que quiere una mujer. Ojo, no lo dije a causa de una frustración personal, es sólo algo que sé y quería compartir. Por otro lado, me quedo con los hombres -sí, dije "hombres", no "muchachos"-; los que parecen ver hacia el futuro y no se ahogan en un vaso de agua.
¡Pero qué cruel estoy siendo!
Lo cierto es que aún así sigue resultándome más divertido escribir desde el punto de vista de un hombre, piensan tanto y hacen tan, pero tan, pero tan poco... y si me pongo a hablar sobre una historia que me contaron por allí, les juro que no acabo jamás.
Estuve releyendo mis poemas más antiguos, esos que escribí a principios del año 2010, y me di cuenta de cuánto ha cambiado mi estilo. No digo que ya no soy la misma, sólo que he ido buscando mi propio estilo, ahora me considero menos complicada, creo que he logrado relajarme y escribir historias de la vida real que fueron contadas con palabras simples y sencillas. Creo ya haberme dejado un poco de "las palabras de diccionario" y "los aires de grandeza", jajaja. Espero que les esté gustando.

Aquí les dejo una sabia pregunta: ¿Seguiría siendo el hombre indicado, el indicado aún y cuando hace todo lo posible por evitarme?

He dicho punto y final.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Escasos diecisiete.

    Recién acababa de llegar al lugar, me sentía abrumada ante la situación, era tarde y tenía algunos malos presagios, pero aún así sonreía, porque me gusta hacerlo y es mejor que poner una mala cara. No recuerdo aún cómo fue que llegué a sentarme a su lado, pero yo sólo estaba allí, nerviosa, temblando, sintiendo cientos de cosas y pensando en miles. Él lucía confiado, estaba acostumbrado a esas situaciones.
    Entonces, una mirada... sí, y luego una sonrisa, sólo conversábamos, él me alentaba a hacerlo bien y me hablaba de sus experiencias, de sus comienzos, de su vida. ¿Dónde vives? Preguntó, ¿desde cuándo estás aquí? Tontas preguntas que consideré inocentes. Él era obviamente un hombre mayor, quizá siete años más o seis, no lo sé. Yo llevaba un corto vestido negro, sandalias altas, el cabello castaño suelto sobre mis hombros y sonreía, no sólo por hacerlo, sino porque era agradable pasar tiempo con él. Hizo tantas preguntas, inocentes e indefensas; pero fue cuando me preguntó mi edad que caí en cuenta de que había algo más en sus intenciones y, siendo sincera, eso no me molestó. Quería ser de esas chicas que cumplen la regla de despedirse primero y créanme cuando digo que lo intenté, sólo que no pude llevarlo a cabo. Cuando solté el "diecisiete", él intentó ocultar su sorpresa, pero aún así pude notarla. Aunque seguía siendo un total desconocido para mí, sentí su culpa. Hubo un silencio incómodo, ¿por qué coquetear con él? ¿Por qué me gustan los hombres mayores? ¿Qué edad pensaba que tenía? Tantas preguntas pasaron por mi cabeza que, en menos de un segundo, me vi de pie, diciéndole "Hasta luego" con una rápida sonrisita, él correspondió aquello con cierta incomodidad.
Esa fue la primera vez que deseé ser mayor. De serlo, ¿qué habría pasado entre nosotros? ¿Hubiera pedido mi número? ¿Él acaso continuaría seduciéndome... y yo seduciéndolo a él?

... De la vida.

Aún me queda la opción de amarte, y lo confieso...
... es mi opción favorita.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

La música del silencio.

  

  Aún soy capaz de escuchar las teclas de mi piano sonar, primero Do, luego Re, luego Mi... Fa nunca sonó, y es que antes de que pudiera llegar a ella, tú soltabas tu guitarra y me robabas un beso, uno de esos que de alguna forma siguen el rítmo de la música del silencio...
   ... y es que aprendimos a considerar al silencio como música, pues era mucho más el tiempo que pasábamos componiendo que el que pasábamos en silencio.
   La escena era siempre la misma, tú en el sofá, yo en mi banqueta, sólo los acordes eran siempre distintos. ¿Cuántas veces me escribiste Te amo sobre las líneas de un pentagrama y como un niño jugueteabas con el sonido de cada mañana?
   Aún recuerdo el dulce sonido de tu música, tus manos en movimiento, domando aquella sonífera guitarra española. Nunca te gustó leer mientras tocabas... y la canción se te olvidaba, pero tú sólo improvisabas.
   Y yo en mi oscuro rincón, dibujando claves de sol sobre una canción escrita por los dos, escuchando la marcha de tu melodía, deteniéndome unas dos o tres veces para mirar através de la ventana y tú siempre me preguntabas: ¿Cómo suena? Y yo sólo te sonreía, pensando que aunque lo intentara, no sería capaz de hallar una palabra indicada para describir tu gloriosa música.
   De vez en cuando la música del silencio sonaba: Tu pie golpeaba el suelo cuatro tiempos, mi lápiz sobre el papel componiendo, los autos rugir en la carretera y los gritos... los gritos de tu guitarra y las quejas de mi piano, que con decepción le decía a tu instrumento: Qué mal acostumbrados estamos.

Eres hombre muerto.

                                              
   A veces creo no conocerte, ya sabes, es duro el invierno cuando pareces buscar calor en otra mujer. A mí no me gusta ser la tonta que suplica, y su súplica es ignorada, y al ser ignorada... no hace nada.
   Tú, imbécil, rebelde sin causa, vas y vienes, pero nunca te quedas, llevas envuelto tu corazón, una capa de cemento y la otra de yeso, y me pregunto: ¿quién podría atravesar eso? Por eso he convertido mi amor en un agudo resentimiento, pero más lo siento, y de verdad lo siento, pero soy un demonio, gracias a ti, soy culpable, no estoy libre de manchas, estoy envenenada con tu veneno, tu dulce veneno.
   Sí, reconozco haberte perseguido, pero es doloroso para mis piernas, tengo algunas cicatricez que dejó tu veneno, y una que otra raspadura que me proporcionó tu corrosivo corazón. Tú no tienes piedad, idiota, tiendes a mentir y esperas siempre la verdad. Estoy conciente del perverso ángulo de tu crueldad y se ha quedado corto el sistema métrico para hacer justicia a tus mentiras ¿Sabes qué? Puedes hacer lo que quieras, pero recuerda mi nombre y sonríe. Falso, falso, eres la mentira con labios propios... y hablando de tus labios, creo que fue por allí que me envenenaste, esparciste tu basura en mi cuerpo y ahora no puedo dejarte, no puedo olvidarte, soy adicta, eres obsesión enfermiza, eres hombre muerto. Por tu veneno soy impura y mi cuerpo te llama y mis llamados no son escuchados. Me has infectado, y como estúpida he deseado volver a ser parte de tus errores y beber tu veneno através de tus besos...
   ... Eres hombre muerto si no regresas, TE LO ASEGURO. Serás hombre muerto.

martes, 13 de diciembre de 2011

... De la vida.

Me gustan los hombres que decididamente se dicen: Esa mujer va a ser mía.

lunes, 12 de diciembre de 2011

... De la vida.

Quizá peque de cursi, pero sé que seguimos siendo amigos. A distancia, pero amigos.

domingo, 11 de diciembre de 2011

... De la vida.

Me gustan las fotos en blanco y negro,

porque tu sonrisa parece brillar aún más.

martes, 6 de diciembre de 2011

Palabras ocultas.

     

       Ya no me resulta efectivo intentar esconderme bajo la sombra de mi falsa indiferencia, si entre líneas siempre encuentro oculto tu nombre y tu presencia, como algo por lo cual lucho cada día para deshacerme de él y así, con su inocente naturaleza, revolotea de nuevo hasta mí, dejándome sin ganas de volverlo a intentar y haciéndome enormemente feliz. Como un secreto, como un susurro que lleva por nombre tu nombre y va dirigido a nadie exactamente... Por muchas razones, ya no me quedan fuerzas para articular otro adiós, falso e indefenso, desganado y entre dientes, y me pregunto: ¿cuándo estaré hablando en serio? Si ni yo misma entiendo cuándo miento o cuándo digo la verdad, y es que he aprendido a darle tan poco significado a las palabras, que las uso como vanas formas de comunicación, creyendo que, diga lo que diga, las personas a mi alrededor siempre harán lo que se les venga en gana. Como tú, que aún cuando me comunico contigo, hablándole al lóbulo de tu oído, esparciendo mi aliento en tu mejilla, muy cerca de lo prohibido y lo prohibido eres tú, tú pareces no entenderme, y es allí cuando entiendo qué vagas pueden llegar a sonar mis oraciones si son emitidas con un agudo silencio interno, si al decirlas, esperas no ser escuchada y tu cuerpo se detiene en espera de que todas las mentiras sean capacez de construir una verdad absoluta, esa que no podrá decirse, pero que va oculta en mi mirada al decirte de nuevo adiós. Y justamente será adiós la palabra equivocada para la ocasión, y es que tiende a estar fuera de lugar cuando lo que de verdad quieres decir es: Quédate junto a mí.