domingo, 29 de abril de 2012

... De la vida.

Con ese hombre las horas no pasan,
 y si pasan... ¡a la mier** el tiempo!

viernes, 27 de abril de 2012

... De la vida.

El corazón de ese hombre es frío como fuego, caliente como hielo. 
El corazón de ese hombre es todo un enredo.

Lo que opino de ti.

    A mí lo único que me importa es verte sonreír; no importa la causa, mucho menos los motivos.
    A mí quien me importa eres tú. Tan sólo tú, sumergido en lo que te apasiona, en el fondo del rincón de nuestras prohibiciones, bajo la luz imperfecta de la incertidumbre... a fin de cuentas, sólo me importas tú.
    A mí me da igual si no te veo, pensarte ha ganado el valor de quien observa a milímetros, de quien cuantifica exhalaciones e inhala un perfume de hombre. No verte me ha puesto creativa, te he escrito ya cinco poemas.
    Para mí es lo mismo cada espacio, cada auto, los acordes de mi piano suenan igual, las notas de mis exámenes, ya no sé distinguir entre las altas y las bajas; lo bueno se parece a lo malo, o quizá al revés. "Lo bueno se parece a lo malo". Tú te pareces a lo malvado, ¡por eso eres tan bueno!
    A mí ya dejó de gustarme la música en general, ahora sólo me gusta la que tú tocas.
    A mí las sonrisas de los demás me dan ganas de llorar, ese es el capricho de tu sonrisa, el escarmiento también para mi impaciencia.
    Ahora que lo pienso bien, a mí me gusta escribirte, cada noche al salir de nuestro escondite y sin restricciones, a mí me gusta dedicarte un verso, quizá dos o la infinidad de mis propios sentimientos. Inspirada en la silla donde yaces sentado, en tu camisa a rayas y la soledad mía, que no vale ni un bolívar; es ahí cuando recuerdo las pasiones, la intriga y las cosas buenas.
    A mí ya no me importa si esto es un "de vez en cuando" o un "veremos", no complicaré el asunto con lágrimas de idiota enamorada, no me lanzaré sobre tus pies y suplicaré amor desmedido, no te enviaré un mensaje a la estación de radio ni te atropellaré en mi auto. Si es "de vez en cuando", seré feliz tres minutos a tu lado o lo que dure un abrazo. Si es un "veremos", pretendo seguir "viendo" amarrada a tus brazos.

A mí a veces me provoca decirte: 
Si me conocieras de antes, 
sabrías que esto es estar enamorada
en mi mundo.

martes, 24 de abril de 2012

... De la vida.

Aquí y ahora, o a cualquier hora, osaré ser la mujer que personifique tu gloria.

Duele.

A veces me duele la distancia
los recuerdos felices también duelen
tus abrazos duelen
tus besos arden
tus miradas lacerantes
tus caricias venenosas.


Tu recuerdo es el más doloroso
el vacío que dejaste
la neblina que tanto esperabas
todo duele el doble
el triple
el cuádruple
duele infinitamente.


A veces la distancia
y el duelo de mi pobre corazón,
ambos duelen.

Un último encuentro.

     Ahora que voy a verte pronto, recuerdo lo que causabas en mí, las sonrisas que muchas veces me arrebataste sin intención, las palabras que me dirigiste, esa hora exacta de nuestro encuentro, ni más ni menos, y yo siempre estaba allí, de fondo un rayo de luz. Frente a mí: Tú; que eras como el amanecer, que significabas para mí lo más hermoso y lo más distante; de extremo a extremo eras dolor y pasión, a veces alegría, de vez en cuando lágrimas. Recuerdo esa noches, la peor de todas desde que te conozco: mis lágrimas rodaban por mis mejillas como agua de lluvia, el dolor era enorme, ¡tú ni te imaginas cuánto! Quizá era el dolor de encontrarte aún más lejano, más imposible. Quizá era el dolor de saber que no volvería a verte. O quizá, sólo quizá, era miedo, miedo de perder mi horizonte, mi destino, mi universo entero, miedo de perderte a ti. ¡Trágica noche esa! ¡tú ni te imaginas! Pero ahora que voy a verte pronto, vuelvo a recordarte, esas noches vacías, esas mañanas vagas, las lágrimas derramadas, el temor, la ira a veces, el rayo de luz, las sonrisas que de mis labios florecían a causa tuya, mi creador, mi primer amor, tú, amor impotente, amor que no puedo ofrecer...
     Ahora que te veo, no sé qué decirte, tal vez sólo sonreír estaría bien, pero todo aquello aparte de regalarte un abrazo, sería tan falso como mi alegría en tu ausencia, sería una sonrisa mía sin ti: Falsa, en su totalidad.
     Pero... ahora que te veo, ¿tú también me quieres abrazar? ¿tú también me extrañaste? ¿tú recuerdas el rayo de luz a mis espaldas? ¿tú... tú escuchaste una canción en mi memoria?

       Por ser éste, posiblemente, nuestro último encuentro, ¿podrías responder con sinceridad a mis preguntas?

domingo, 15 de abril de 2012

... Curiosidades.

   Un estudiante de Letras es una de esas cosas que muy poco ves y muy poco pasan, hablo de esos que EN REALIDAD sienten pasión por la carrera, no los que están en la facultad equivocada, estudiando una carrera que tan sólo les servirá para hacer un cambio a derecho, comunicación o hasta medicina. 
   Yo pertenezco a ese diminuto grupo de personas que están estudiando la carrera que eligieron desde un principio y, créanme, muchas veces me han mirado como si se tratara de alguna loca o alguna persona que no está en el sano uso de sus cinco sentidos; por otro lado, me gusta ir a clases, sólo sentía esa extraña sensación cuando en el colegio la próxima materia que tocaba era castellano y literatura. Se siente bien volver a caminar por un largo pasillo, abarrotado de gente joven y peculiar.

Cállate y escucha.

    Siempre fuiste para mí no más que un misterio, la sombra de una duda, la escapatoria perfecta, no más que un amor pasajero, un encuentro furtivo, un cómplice para la vida, para la insensatez, para mi egoísmo. Por eso ahora te digo: "Cállate y escucha"; mira el desastre que ahora soy sin ti, sin tus celos, sin tu voz áspera.
    Cállate y escucha. ¿Oyes eso? Ese es el sonido desesperado de un beso que suplica libertad, un beso en desuso, un choque de labios genuino, una mentira coloreada con tus gestos, desdibujada sobre miles de anhelos, fulgurante, casi tan perfecta como una pintura, un arte, una lagrima vacía, seca, sin dirección, sin razón. 
    ¡Cállate y escucha! Nada somos ya y nada seremos. A penas hoy he vuelto a ver mi reloj, han pasado siete días desde entonces y ya no tengo que pedirte silencio... ya no estás, el silencio en cambio parece que debe callarse. Es agudo, me frustra, me golpea con frialdad. Me da rabia ya no poder hablarte, ¡a la mier** la elegancia y la educación! No soy más que una idiota sin tu amor.
    Donde sea que estés ahora: "¡Cállate y escucha!", que no sea un suspiro este grito entrecortado, estas palabras reprogramadas, que ardan mis entrañas y te traiga de vuelta quien sea que se crea capaz de manejarte. 
    La brisa es fría y mi habitación está vacía.
    ¿Qué hice mal?
    ¿Por qué me deshice de ti?
    ¿Por qué ahora te extraño tanto que quema?
    Desde hace un par de semanas, todo lo que escribo va dirigido a ti, ¿por qué no vuelves a intentarlo?
    ¡No respondas eso! Tan sólo cállate y escucha. Escucha lo que mi silencio tiene para decir.

Cuando la culpa es toda tuya, tuya, tuya...
mía, tuya, mía... mía... mía.

jueves, 12 de abril de 2012

... De la vida.

Hay dos tipos de hombres irresistibles: 

Los músicos y los poetas.

... De la vida.

Soy seca, reservada, a veces hasta huraña, medio antipática, pero cuando quiero: ¡Quiero!

Incertidumbre.

  

   Vida, sucia jugadora, nido de enredos y tramposa despiadada, escupir tus pies no será suficiente para por fin ser capaz de saldar una venganza justa. Siento que efímero será mi intento de luchar en tu contra, como un respiro lento, como música sin clave, como bailarines sin poder tocarse.
    Vida, tú que todo lo sabes, dime si lograré escribir más allá de este cuaderno viejo y sus líneas borrosas, dime si seré capaz de compartir siquiera un verso de los miles que he escrito, dime si fascinaré aunque sea al más ignorante o al más sorprendido ser sobre esta tierra, tan tuya y mía (más tuya que mía). Regálame una foto de mi sueño a futuro, quizá una sonrisa o un gesto frustrado, pero esclarece lo que ahora es sólo oscuridad de lóbrego bosque y silencio abismal. ¡Dime, Vida! Dime si a él o a ellos podré dedicar un poema o, aún mejor, un libro de mi colección de sueños. Dime, Vida, si serás buena con mis anhelos o los sancionarás sin remordimiento, con tu sucio juego, infiel conocedora, único espejo del futuro, muéstrame, al menos, un gesto inescrutable.

... o una obra mía en el anaquel de una librería.

Te amé.


Te amé hoy, te amé ayer, te amé toda una inmensidad; hasta creo haberte amado antes de la concepción, tuya y mía. Te amé sin escándalos, entre susurros, secretamente, entre llantos y sonrisas, tan sencillo fue mi amor el tiempo que duró, que, cuando fue preciso, humildemente abandonó la batalla, con armas aún por usar y heridas aún por sanar. Te amé desde el día que oí hablar de ti hasta este día de hoy, en que debería odiar tu persona; pero no se puede desestimar a quien se ama. A quien se ama desde que fue creado el hombre no se puede odiar. A tu ausencia, en cambio, debería yo rezar, para ver si de callada manera, se da media vuelta y abandona el costado izquierdo de mi pecho, la parte axial de mi cuerpo; así como yo, en el momento preciso, abandoné mi batalla en la conquista de su amor imposible, de su cariño difícil, de sus besos misteriosos y sus palabras dañinas.

sábado, 7 de abril de 2012

... De la vida.

A mí a veces me da por mirarte, sin razón, sin motivos, sólo este amor, ¡sólo porque me da la gana!

... De la vida.

Estoy cansada de sonreírle a quien me hace llorar

y amarle al que me hace esperar.

De nuevo.

    De nuevo me veo hundida en ti, recordando cómo me hacían sentir tus besos y tus caricias... tan diferentes a como él me hace sentir. Estoy de nuevo aquí, robándole minutos al tiempo para soñar despierta contigo, para salirme de control por unos segundos y dedicarte mi locura, la que te gustaba y te divertía, y a él sólo le parece inmadurez.
    De nuevo he vuelto a caer en cuenta de que ya no volverás, de que tan sólo me quedó el vacío con tu despedida; que, en cuanto tus huellas fueron marcándose sobre el piso de mi sala, jamás iban a ser desdibujadas o suplantadas por unas que marcaran un camino de regreso...
    ... y me hallo aquí extrañándote, tomándome un café, sentada en mi jardín, sonriendo en soledad, bajo la luz plateada de la luna. "¿Sonriendo?", te preguntarás, sí, sonrío al recordarte, al recordarnos, tan sagacez, tan intrépidos, tan a la defensiva, como un par de rivales, como un par de niños juguetones, como los mejores amigos.
    De nuevo ya no sé qué hago con él, y, aunque me lo pregunto millones de veces al día, aún no hallo respuesta y de nuevo prefiero pensar en cualquier otra cosa.
    El problema es que cualquier otra cosa, siempre, siempre, siempre resultas ser tú.