jueves, 28 de marzo de 2013

Nos faltamos.

A ver, juguemos limpiamente el juego de las faltas, hagamos que los papeles se inviertan: Tú me extrañas hasta que arda y yo me desaparezco del mapa. 
Hagámonos falta, a ver qué pasa.

¿Sí aguantas o te cansa la intriga, o te atacan las ansias?
Tú, el que dice ser el hombre de hielo, ¿no me extrañas?
Quiero creer que no me engañas, pero es confuso cuando no puedo ver en tu mirada las marcas de nostalgia, los destellos de melancolía.
¿Que hay en tu alma?
A ver, si hoy te falto y el resto del mes también, ¿empiezas a preguntarte qué pasa, empieza a molestarte la incertidumbre?
Si tus manos pican, si la nuca se te congela, si pasas la noche en vela, tendré que juzgarte, mil veces juzgarte, mil veces condenarte.
Pero, si no te falto:
No, no lo creo. Entonces, jamás habrías leído esto.

martes, 26 de marzo de 2013

¿Cómo estará José?

   No es que no tenga nada que decir, es que hay muchas cosas de las cuales podemos conversar, hoy, mañana, pasado, cuando tú quieras. El hecho es que no quiero que pienses que me hago la interesante, o que no quiero saber de ti, de hecho, cada mañana al despertar, cuando alzo mi cobija y pongo ambos pies sobre el piso helado, siempre, siempre me pregunto: ¿cómo estará José? Y de nuevo me ataca la rutina, y empieza mi día, el ajetreo de la Universidad, el ansia por llegar a casa, mi irremediable deseo por volver a la cama y descansar mi cabeza tan cargada de estrés. En mi casa me llaman la peleona, y empiezo a pensar que tienen razón. A veces hasta peleo conmigo misma, y últimamente se me ha estado dando muy bien eso de rechazar las sonrisas... y la pregunta sigue rondándome los pensamientos al llegar la noche: ¿cómo estará José? Ha de estar muy bien, de seguro que sí, aunque quizás siga esperando que le diga algo, que use las palabras que no suelo usar para mí sino para los demás, que, de alguna forma, le demuestre que no sólo soy esa muchacha tan reservada que él conoce y que, de hecho, lo que me dijo... lo que me dijo fue hermoso.
   ¿Cómo estará José? De seguro en su trabajo, de seguro en casa leyendo un libro, escuchando música en la cama, o quizás, sólo quizás, esperando que yo le diga algo.
   Con respecto a eso: Gracias. Yo también te quiero. No he dejado de pensar en esa imaginaria espera tuya por mí. A veces creo que me invento esa fulana necesidad tuya por hablar conmigo, y creo que eso es lo que me vuelve quien soy contigo... pero no importa. De verdad no importa nada de eso. Si alguien te envía algo tan bonito y tú lo lees tres veces, bueno, eso debe ser muy bueno. Debe serlo, ¡claro que sí!
En fin, ¿cómo estás José?

jueves, 21 de marzo de 2013

Ya casi no quedan hombres de verdad.

    ¿De qué vale un hombre que le tenga pánico a las rutas del autobús?, o que, como estuvo la mitad de su vida pagando por ropas de marca, ya no sepa ni qué pasa en su país. ¿De que vale un hombre que me mire de arriba abajo y me desapruebe porque tengo unos kilitos de más o porque no me maquillé en la mañana?, mas aún, ¿de qué sirve el hombre que sólo sabe de lujos y no es capaz de poner un bombillo?, ese hombre, a mi parecer, no vale nada…
    Los he visto, hijitos de papá y mamá, que cuando les nombras las palabras “transporte público” arrugan la cara y aprietan las llaves de sus costosos autos dentro del bolsillo de su bermudas de cuadros, hijos de papi que le rezan al alcohol como a la biblia y profesan o declaran o aseguran una supuesta superioridad ante los demás. Andan por ahí, juzgando todo por las apariencias, menospreciando las aspiraciones de sus semejantes, alardeando de sus logros (que, ¡coño!, son muchísimos) y te miran, o no lo hacen, de hecho no, no te miran, como que les haces perder el tiempo y qué tiempo, ¿el que gastas siendo un arrogante? No me vengas con disparates, sino sabes qué es pasar trabajo, qué es caminarte todo el centro de la ciudad, subirte a un carrito sin vergüenza de preguntar, si no sabes qué se siente pasar sol, sudar el perfume caro, madrugar para ir a trabajar, pasar hambre, si no sabes cómo es, si no lo has sentido, si en vez de ser productivo andas coqueteando de más, manejando tu auto o yendo al mall con tus panas, si no sabes cómo lavar tu ropa ni has leído un libro, si no entiendes que es mejor la victoria cuando te partes la espalda, si no sabías eso, entonces ¿qué clase de hombre has estado siendo? ¡Qué pérdida de tiempo! Y es por eso que no me gustas, no me gustas por eso. NO ME GUSTAS NADA. Punto. 

viernes, 15 de marzo de 2013

Estoy enamorada.

   

   Estoy enamorada, es cierto, a algunos suele quedarles grande el sentimiento, pero no a mí, no es mi caso, pues estoy enamorada de ti. Confieso no tener idea de cómo amarte, de cómo ser tu novia y mucho menos de cómo agradarte todos los días, es cuestión de tiempo mientras descubres mis defectos y te das cuenta de que son más complicados de lo que pensabas, pero da igual, y es por ello que también creo amarte de forma egoísta, porque me da igual si puedes o no conmigo, si te atreves o no, si sales huyendo o te quedas de curioso, la verdad nada de eso me interesa: tú te quedas hoy, porque sí.
   Estoy enamorada del cielo hasta tus piernas, enamorada de toda la extensión de tu mandíbula, de la curvatura de tu espalda y el alcance de tus caricias. Estoy frenéticamente enamorada de los días como hoy, cuando apareces sonriente, con los brazos llenos de abrazos, con la idea de quedarte un rato pero con la aspiración de amanecer a mi lado. Estoy perdidamente enamorada de ti, desde el infinito y de regreso, desde la galaxia, entrando en la nada, hasta conocer tus siete miradas, tus nueve pecados. Estoy practicando para gustarte siempre, para besarte tanto, para vernos mucho. Eso hacemos las muchachas enamoradas: seguimos enamoradas por siempre, seguimos queriendo siempre, seguimos a la expectativa.
   Estoy enamorada, y quiero que el mundo lo sepa.

¿ya te enteraste?

jueves, 14 de marzo de 2013

Yo la villana, y tú... tú sólo eres tú.

       Fijémonos primero en la lluvia. Si no estuviera lloviendo, hoy no estaría sintiéndome tan culpable. Es cierto que muchas veces se ha tratado más de mí que de ti, pero a final de cuentas siempre fui yo la villana de nuestra historia. Vaya problema. Vaya manía la mía de gritarte cuando subías volumen a la música o cuando de reojo lanzabas una mirada despiadada, parecida al odio, y yo no podía explicarme el por qué, ¿por qué de repente acallas tu mundo y me sometes al juego sin fin de interpretarte, de leerte allí dentro en la plena oscuridad de tu interior? ¿por qué prefieres el silencio, cuando disfrutamos tanto conversar?, siempre nos resulta mejor conversar. Tú bien lo sabes. 
    Últimamente he querido ser la rebelde que conociste, la muchacha introvertida, quizás a manera de venganza o en plan de llamar tu atención, pero qué va, ni los celos que ocasionaba, ni los mensajes que te enviaba de forma "equivocada", ni la indiferencia de mi mirada, nada de eso ahora funciona contigo. Te has vuelto el hombre inteligente que siempre temí y hoy ya no cabe duda de que la villana seguiré siendo yo; quizás por esa cualidad de mi doble personalidad o mi necesidad de llamar tu atención. No lo sé. Lo cierto es que, ya que no quieres conversar, te regalo una tambaleante tranquilidad, una sonrisa falsa, un silencio como el que gritas sin gritar. A fin de cuentas, el bueno serás siempre tú, y la villana... la villana firmará como yo.

lunes, 4 de marzo de 2013

Recuerdo acústico.



   Me gusta a veces la soledad, cuando no trastoca o revuelve mi tranquilidad, cuando los platillos acallan reclamos pasados y de nuevo encuentro tus anillos en mi pobre memoria juvenil.
   No debería ser así.
   No debería yo recordarte de vez en cuando y quedarme pensando un rato en aquella frágil oscuridad de la madrugada, pero a veces sólo allí te encontraba y, en efecto, sólo allí te soñaba; aún así sigue resultando una delicia y un castigo que tus ojos me acompañen hasta esos rincones malditos de mi inocente soledad, pues con ellos la música se detiene, y las paredes se desvanecen, corazones desaparecen lentamente, dejándome a solas con tu bestial sonrisa, la que cuenta el inicio e inventa un final feliz, sólo por la ocasión, sólo porque nadie mira. Deberías alejarte de mí.
   Después del primer beso y tantos errores, ya no tengo nada que entregarte, aunque la noche a veces me secuestra y te sueño, o te veo en pesadillas; y te respiro, o me ahogan tus encías; sí, aunque a veces la noche llega sin avisar y el agujero de tu camisa morada me señala, o a veces tu boina me asfixia, y rememoramos un complot de señales, sin querer, mi cabeza y yo. Sé que pude pedir auxilio, pero el platillo… pero la batería… pero la música… pero mi olvido, todos andan colisionando entre sí, y me da terror que acabe yo en medio de tanto ensayo y error, en miedo de tanto drama y dolor…
   … No debería ser así. Tú no deberías ser así.
   A fin de cuentas, la música no me debería saber tan amarga y a la vez resultar tan placentera, que si acaricia que si grita; vamos una vez más, baterista. Ya lo he dicho: No debió ser así.

Este poema lo escribí en base a una historia muy personal, que, aunque fue muy corta y aún la considero inconclusa, significó mucho para mí.