miércoles, 29 de junio de 2016

... De la vida.

Podríamos llamarlo nostalgia o mucho tiempo libre, podríamos llamarlo magia como Chris Martin, podríamos decirle fuerza de voluntad, frialdad, orgullo o simplemente darle el valor que se merece a las cosas. Lo cierto es que la música se ha vuelto mejor estos días y a esa resolución podemos llamarla 'optimismo' o 'el lado positivo', aunque podríamos sacar varias cosas buenas de esto: la soledad si la sabes usar correctamente te hace más inteligente, más agudo con tus observaciones, más veraz, cuando empiezas a apreciar la soledad no quieres perder esta por estar con cualquier persona, y allí está esa gran diferencia. Estoy bien, créeme. Este ha sido un mes raro y se sigue volviendo más extraño aún, pero estoy bien, todavía me queda algo de la fuerza de papá.

Día 2/5

El hombre que morirá de una arrechera.

 
Ves, ¿ves? ¿lo ves? Tu mundo acaba de complicarse ante tus lentes de lectura: suspiras por ella, sueñas con ella, siempre piensas en ella, ella, ella, ella. ¿Ves? El corazón y la cabeza son máquinas independientes. Tú no puedes querer con la cabeza y resistirte con el corazón y por eso (creo) estás tan enojado. Te aconsejaría dejar de pelear por cada cosa o evitar quejarte ante cualquier circunstancia, la verdad es que me caes mejor cuando la ves, porque cuando la ves eres el hombre con la cara de idiota más grande del mundo, y está bien, ¿sabías eso? Ya no serás el hombre que un día morirá por una arrechera, sino el idiota enamorado y todo está bien... todo estará bien si nunca se entera de que tus ojos la buscan todo el día y que tu olfato la sigue en la medida en que sigas luciendo 'normal' y no como un acosador, todo seguirá igual... igual de aburrido si ella nunca te encuentra husmeando en las curvas de su cuerpo, si nunca se entera de que te arranca suspiros, si sigue siendo un secreto que su nombre te eriza la piel. Sí, ¿ves? Ya no eres tan amargado cuando hablamos de ella. Ella, ella, ella, te entiendo, he estado llena de él, él, él muchas veces, pero no hablemos de mí, sino de ti: el hombre que morirá de una arrechera y es todo un maldito idiota cuando ella aparece a lo lejos, caminando hacia nosotros con su cabello suelto y su sonrisa. Mírate, quisiera que pudieras verte cuando nos dice: buenos días. Tú no eres arrecho nada, lo que estás es enamorado, así que deja de pelear con el mundo y recuerda... ¡recuerda! El corazón y la cabeza son máquinas independientes, tú no puedes verla todos los días y no enamorarte más y más y más y más y más, pero tranquilo, todo se volverá un infierno lentamente si tú no le dices que te quita el sueño por las noches y te obliga a soñarla por el día. Tranquilo que todo será un desastre si te callas y conviertes esa atracción en rabia autentica contra el mundo, ¿ves? Discúlpame, estoy siendo sarcástica de nuevo, pero es que tú... por favor no digas de nuevo esa pendejada de: La odio porque me hace sentir confundido. Pero si ella solo sonríe, ella solo da los buenos días y tú: el hombre que morirá de una arrechera, prefiere odiarla que asumir... asumir el amor. Ella, ella, ella, sí, ella y tú, tú no eres arrecho nada, tú lo que te estás es enamorando, y está bien... está bien decirlo.

"Tú no vas a escribir esa verga nada, mentirosa".
The Strokes, "You only live once".



lunes, 27 de junio de 2016

... De la vida.

Eres doblemente vacío para mí: No me dejas entrar en tu vida y no permites que otros hombres entren en la mía.

Libérame.

... De la vida.

Resultado de imagen para arcoiris reales

Hoy el cielo amaneció gris nostalgia para mi pesar y de él se desprendían pequeñas gotitas de lluvia helada. Eran las cinco y media de la madrugada y mi papá no había podido dormir toda la noche, por lo que aproveché para acostarme a su lado en el sofá y absorber su calor y amor. Quería quedarme allí el resto de mi vida, en ese instante me sentía temerosa de enfrentar una nueva semana de clases y trabajo con este sentimiento sin nombre entre el pecho y el corazón. Sin embargo, la hora llegó y el viaje se volvió inevitable. Recuerdo, en medio de mi somnolencia, haber apretado por última vez en mi puño la camisa de mi papá, como intentando robarle un poco de su fuerza, y, en menos de lo que tarda un pestañeo él ya estaba de pie diciéndome: "Levántese, hija". Gruñí, pero fue un gruñido de bajo perfil, lleno de pesadumbre, de miedo, de duda. No quería abandonar mi casa sintiéndome así, pero allá, en mi destino, estaría más lejos de todo. Ya en el carro, mantuve la vista pegada en mis manos, no quería ver la calle y muchos menos esos endiablados carros que aparecían adonde mirara, simplemente no quería encontrar otra razón para hallarlo en mi cabeza, aunque lo cierto es que no es difícil recordarle en estos días. Entonces, no sé en qué momento ni por qué, alcé mi rostro y vi a través de la ventana: allí dibujado en el cielo quizás uno de los arcoiris más bonitos y significativos que he presenciado. Aquello me robó una sonrisa en medio de mi tristeza y me hizo ver que ese instante era lo único que debía importarme o preocuparme para comenzar mi semana con buen pie.

Día 1/5

Tu mujer omnipresente.


"Quiero ser tu mujer omnipresente, que me recuerdes en cada cosa por cualquier razón o sin razón alguna. Cuando en la mañana tropieces y se derrame tu café, que sea yo tu primer pensamiento, quizás por el desastre que fuimos o por el desorden que causé en tu vida. Cuando escuchando a Sanz su voz y melodías invoquen mi nombre. Cuando no sepas escribir una palabra o te sientas curioso sobre el significado de alguna. Cuando precises una abogada o las leyes, como fuera, llegaran a tu vida. Cuando veas el nombre de cierto postre o escuches su mención o se te antoje comerlo, que al no tenerlo imagines mis manos haciéndolo. Tan cerca, tan lejos. Cuando te pregunten por la ciudad del sol amada o estalle en tu cabeza una lluvia nostalgica. Cuando te cruces de pronto con un balcón y él te seduzca como yo tantas veces deseé hacerlo. Cuando veas un poema e ignores su significado. Cuando precises tranquilidad y conversación en tus noches más solas y te halles aún más solo sin mis palabras. Quiero estar siempre allí en tu vida sin estarlo verdaderamente, ser tu mujer omnipresente, esa que evocas sin nombrarla y que es tan secreta como amada, esa que la vida te arrancó de frente y recuerdas si hace frío, si te sientes confundido, si pasas por una calle o comes alguna comida. Quiero estar allí, acá, en tu cama, en tu mesa, en el trabajo, en tus libros, cuando te ejercitas, cuando duermes, en tu ropa, en tu pecho, en un color, en un sabor, en un sonido constante e imperceptible, en una imagen, en tus pestañas, en ti... Estar en ti siempre  y no tocarnos nunca. Quiero ser tu mujer omnipresente y poder irme sin ti teniendo la plena seguridad de que me hallarás sin buscarme en todas las esquinas y rincones de tu vida. Tu vida que deseo vivas con plenitud y felicidad. Tu vida que será buena y estará repleta de mi nombre. Te quiero, pero esta será mi venganza: no permitirte olvidarme".

Y, ¿qué opinas?

— Ahora quizás resulte gracioso para ti verme aquí, pero la vida da muchas vueltas.
— Nadie lo sabe mejor que yo— él sonrió, tomando de su whisky. Ahora vestía costosos trajes de diseñador, usaba relojes bañados en oro y hundía el acelerador de su lujoso Mercedes Benz con zapatos de cuero casi tan costosos como el bolígrafo con el que firmaba cheques con cantidades fastidiosamente elevadas.
   Nada de eso me intimidaba, yo seguía viendo al niñito ese con el que hacía aviones de papel a escondidas de la maestra en segundo grado.

      ...........................................................

   Ella sabía que vendríamos a este destacado restaurante de la ciudad, el lugar de moda en estos momentos, como diría mi hermana, y aún así vestía un par de jeans rasgados y una chaqueta de cuero, como si se tratase de la esposa de un motociclista enfurecido o que sé yo. Ella siempre había sido así: desinteresada, rebelde... sobretodo rebelde. Admito que aún ahora sigue intimidándome como lo hizo el primer día que la conocí. 
— Admito que pensé que no vendrías— le dije, jugando con la manga de mi camisa para que no notara que temblada como un maldito cobarde. Acostumbraba hacer eso en todas y cada una de mis reuniones de negocios.
— Admito que no quería venir— ella tomó de su botella de cerveza con confianza y luego soltó un suspiro—, pero sabes que no me gusta quedarme con la curiosidad.
— Y, ¿qué opinas?
   Ella quiso mirarme como lo hacía cuando éramos unos niños, pero yo miré hacia el bartender para pedir otro whisky, aunque aún no terminaba el mío.
— Sin dudas eres un hombre de negocios.

             ...........................................................

   Claro que era un hombre de negocios, eso se notaba a mil millones de kilómetros, es solo que no pensé que aquel tímido niño de siete años fuera a convertirse en este imponente hombre de treinta años, con el futuro más que garantizado y cierto aire arrogante. 
— Afortunadamente encontré lo que me apasiona en la vida, ¿y tú?
— ¿Yo?— vacilé, no solía hacerlo—. Me apasionan tantas cosas que no puedo decidirme por una.
   Él rió casualmente.
— Pero, ¿a qué te dedicas?
               ...........................................................

   Ella hizo ese gesto suyo de siempre y limpió la punta de su nariz con su muñeca. Su cabello caía sobre sus hombros. Se había convertido en una mujer atractiva y misteriosa. Una combinación perfectamente nociva.
— Hago aviones de papel por encargo— dijo finalmente. Evidentemente quería hablar de cualquier cosa, menos de trabajo, así que solo le seguí la corriente.
— Se oye como una idea millonaria, quisiera asociarme.
— Tú ya pareces bastante millonario, déjanos un poco a los demás— ella volvió a tomar de su cerveza y mi siguiente trago llegó.
— ¿Te casaste?— mucho antes de encontrarnos, ya quería hacerle esta pregunta.
— No, nunca fue de las primeras cosas en mi lista...
— Lo sé, lo sé— le interrumpí, recordando cuántas veces me hablaba de tener su propia fábrica de chicles ácidos y no precisamente de caminar hacia el altar de una Iglesia vestida de blanco.
— Aunque un tipo me lo propuso una vez— ella se rió casi malévolamente recordando—. ¿Y tú? ¿Te casaste?
— Sí, la conocí en la universidad.

              ...........................................................

   Claro que estaba casado. Era un hombre con buen porte, de buena familia, con buenos sentimientos, ahora millonario... claro que estaba casado. Siempre había sido aficionado a los compromisos, cualquiera podía darse cuenta de eso con solo ver lo comprometido que era con serle fiel a sus compañeros de grupo en la escuela. Siempre el mismo grupo para matemáticas, lengua y deporte. El amigo fiel.
— ¿Ya eres papá?— pregunté.
— Aún no... pero, ¿no tienes novio?—insistió.
— No, terminé hace algunos meses con mi pareja de cuatro años. El tiempo desgasta las relaciones.
— O te llena de curiosidad por otras.
— Eso solo sucede cuando no ves a una persona en mucho tiempo, como en nuestro caso.
— No entiendo cómo un hombre puede ser tan imbécil como para dejarte ir.
— En su defensa, yo lo dejé a él.

                
...........................................................
   
   Ella rió. Era mala. Mala y coqueta... con unos hermosos labios carnosos. 
— ¿Quieres que te confiese algo?
— Claro que sí.
— Siempre me gustaste en la escuela.
— Ay por Dios, esto de encontrarse con un viejo amigo del colegio es tan cliché— ella afincó su barbilla sobre su mano, luciendo aburrida. Nunca había sentido tanto miedo en mi fucking vida—. Sin embargo, tú también me gustabas mucho— de repente sentí que el alma me volvía al cuerpo y quise dármelas de listo.
  

               
...........................................................

   Mi pequeño y viejo amigo era encantador, seguía siéndolo tras ese traje negro y el perfume de marca, pero aún así era hombre, así que querría tomar ventaja de la situación. No podía odiarlo por eso, porque como dije, es hombre... y además siempre es emocionante imaginar tener un romance con ese amor del colegio que nunca pudo materializarse.
— ¿Puedo confesarte otra cosa?— preguntó, inclinándose un poco hacia mí. Noté que temblaba, siempre temblaba, nunca fue bueno escondiendo eso.
— Adelante...
— Siempre quise besarte.
— Yo también, sin dudas.
— Lástima que nos reencontremos en esta situación— no crean que este hombre lo dice en serio, tan solo pone a prueba mi fuerza. 

...........................................................       
          
   Si ella daba tan solo una pequeña señal de no importarle que yo estuviera casado, era capaz de besarla allí mismo sin que nada importara en lo absoluto, aunque estaba en un lugar público y bastante frecuentado por conocidos, tanto míos como de mi esposa. 
   Sin embargo,  no era lo suficientemente imbécil como para dejar que algo más allá de un beso pasara... o al menos eso digo ahora, antes de que sus labios pudieran desatar una locura bastante probable.
— Creo que nos quedaremos con la curiosidad— dijo entonces. Claro, siempre se había dado a respetar.
   Por momentos quería que fuera una de esas mujeres de fácil acceso y dejara que la besara, pero también había una parte de mi ser, quizá lo que queda de aquel tímido niño que tanto respeto y miedo le tenía a su rebelde amiga, que imploraba que esta siguiera siendo ruda y extremadamente correcta. Para tener siete años, ella ya sabía bastante bien lo que quería ser en un futuro, y hoy tengo esa certeza infantil sentada frente a mí, tomando una cerveza y respondiendo inteligentemente a cada una de las cosas que salen de mi boca.
...........................................................

   Podía ver la decepción en sus ojos, ¿él podía ver la mía? Esperaba que no.
— Por favor, no perdamos el contacto— me dijo, sonriendo casi orgulloso de mí.
— Lo mantendremos, pero a raya. Es lo mejor... ya que cada uno quiere besar al otro...
— Tienes razón, es como jugar con fuego.
—... o retar al diablo.
— En fin, es un peligro.
...........................................................

   Ella sonrió.
— ¿Recuerdas aquella vez que tu borrador desapareció en segundo grado?
— Claro, era nuevo y tenía una calcomanía de Goku.
— Yo te lo robé.
   Mi primera reacción fue soltar una carcajada.
— ¿Por qué me robaste? ¿Qué te hice?
— ¡Pues nada! Pero admitámoslo, todos éramos algo cleptómanos cuando niños, ¿o no?
   Ella rió.
                  ...........................................................

   Él rió.

— Estás totalmente loca— me dijo, y era cierto.

miércoles, 15 de junio de 2016

Apología de ese encuentro.

   

   Llegué al bar a las nueve en punto, llevaba puesto un vestido azul y tacones. Era jueves y la ciudad parecía estar sumida en una especie de escándalo silencioso, recuerdo haber pensado que los jueves la ciudad aún sigue en movimiento, pero que las personas son un poco más conservadoras y siguen amándose y odiándose con un poco más de privacidad.
   En fin, hacían días que quería salir una noche sola a recorrer la ciudad o tomarme algo, eso supuestamente me serviría para reflexionar sobre mi vida y también para practicar el arte de la observación.
   Me senté en la barra, piernas cruzadas. Me quité el abrigo, hombros descubiertos.
— Dame un mojito, por favor— el chico detrás de la barra me sonrió y empezó a moverse para entregarme mi trago rápidamente.
   De inmediato noté a un par de hombres sentados a dos o tres puestos de mí, tomaban whisky y vestían formal. La espesa luz del local alumbraba apenas algunas facciones de sus rostros, sin embargo, en mi distancia pude divisar la barba de un par de días y los lentes para leer de uno de ellos. Él, al único que pude adivinar, lucía apesadumbrado, pero a pesar de eso tomaba fuerzas para reír un poco con su amigo y tomar de su bebida.
— Disfrútalo— me dijo el barman, volviendo a sonreír y entregándome mi trago. Estaba exquisito.
   Soy de esas personas que intenta hacer algo fuera de lo convencional al menos una vez al día, así que hoy caminé a mi closet antes de darme un baño y vi este lindo vestido azul que tengo puesto y pensé: Las personas siempre buscan 'estrenar' su ropa nueva para ser vistos por todos sus conocidos, así que terminé por decidir colocarme ese vestido y mostrárselo a gente que probablemente no volvería a ver nunca más.
   Volviendo al bar, mientras tomaba mi mojito, empezó a sonar esa vieja canción de Jarabe de Palo, "Agua", y me di cuenta que el hombre cerca de mí, con la barba y los lentes estaba solo. Parecía sumido en sus propios pensamientos, demasiado distraído, casi podía preocuparme un poco su estado. Parecía un hombre abandonado, alguien a quien la vida le estaba dando una buena paliza. Sin embargo, él sonreía en medio de su miseria y, para mi sorpresa, su sonrisa era pura y sincera.
— Mira cómo puede cambiar la perspectiva que tenemos de algunas cosas con los golpes de la vida— dijo él, volviéndome a tomar por sorpresa y evocando la paliza que supuse estaba recibiendo. Su voz era profunda.
— ¿Por qué lo dices?— pregunté.
— Antes solo me gustaba esa canción por el ritmo, pero ahora me gusta más por una mujer.
— ¿Te pasó eso que cuenta la canción?
— 'Eso'— repitió con ironía, volviendo a arrancarle una sonrisa a su tristeza—. Esa canción, como toda canción, es una obra de arte. ¿Qué cuenta? ¿Qué significa? ¿De qué trata? ¿No es todo eso subjetivo?
— Tienes razón— tuve que aceptarlo—. ¿Quieres contarle a una desconocida?
   Él se levantó de su silla dando tumbos y con una ebria elegancia se acercó a mí para sentarse a mi lado y esta vez pedir un mojito. Me preocupó que mezclara whisky con ron blanco, pero no era mi asunto.
— Ustedes pueden crearlo y destruirlo todo— dijo con firmeza. Divisé sus ojos marrones saludándome tras largas pestañas negras.
— 'Ustedes', dices...
— Las mujeres, ustedes que tienen el poder de elevarlo todo y apagarlo y encenderlo y dejarlo a uno con ganas o satisfacerlo hasta el exceso. Ustedes, que nadie las entiende, ni ustedes mismas... ustedes son el verdadero peligro.
— ¿Por qué?
— Porque son nuestro enemigo, y aún así no podemos odiarlas. Aunque no nos amen. Si nosotros ya las amamos a ustedes, no hay forma de odiar cuando se ama.
— ¿Y no es el amor un poco de odio también?
— Es cierto, pero ese tipo de odio viene cargado con más amor del que nos imaginamos, porque a veces se odia lo que no se puede tener, lo que se aleja de ti, el descontrol, lo inevitable, lo diario, lo real... y dime, ¿no es todo eso la versión más cruda del amor?
— Te refieres a esa cualidad... al lado oscuro, obsesivo, compulsivo y asqueroso de estar enamorado de alguien y que aún cuando la poca lógica que te queda te grite que es más sano olvidar o alejarse, tú simplemente no puedes. 
— Es como dejar a un ciego al volante— su mojito tenía varios minutos de haber llegado, pero él no se atrevía siquiera a concebir su presencia, seguía sumido en su propio mundo, solo que ahora, y poco a poco, yo empezaba a sentirme parte de él también—. Enamorarse es insano.
— ¿Y por qué seguimos haciéndolo?
— Es como el cuerpo humano: necesita bacterias para funcionar correctamente. El amor es la bacteria y con él somos más como nosotros mismos. Mira, supongamos que somos un engranaje, necesitamos lubricación para funcionar mejor, creo que eso es el amor, sin embargo también necesitamos encontrar a ese otro engranaje cuyos dientes encajen a la perfección con los nuestros. ¿Ves? No es fácil y a veces tampoco divertido, pero es necesario. Es vital enamorarse y perder la cabeza, así funciona mejor el cuerpo— él rió, ahora con un poco más de energía—. Sí, es sano para el cuerpo andar sin cabeza, parece una locura y lo es, ¿pero no es eso el amor?
— Una locura— repetí, ahora pensativa.
— Y es también cordura, porque en el amor nos parecemos más a lo que somos en realidad, nos aceptamos más y nos proyectamos mejor al mundo...
— Entonces el amor también es contradicción— le interrumpí—. El amor eres tú despechado en un bar, tomando whisky con un amigo, que aunque sabe que no estás bien, te deja solo. El amor eres tú derrotado y triste y aún así sonriendo con sinceridad porque te dejaron o simplemente no se sintieron como tú. El amor eres tú hablando del amor y yo escuchándote con atención. El amor está en todas partes, quiero decir, y es por eso que el amor es tanta contradicción, porque está en las alegrías y tristezas, en la guerra, en la paz, en el calor y el frío, en la salud y en la enfermedad, en el whisky, en el ron, en los ojos de todo el mundo.
   Él mantuvo un largo silencio. Lucía serio y sereno, y seguía sin tocar su nueva bebida. Finalmente, me dijo:
— El amor eres tú tentando al amor de miserables como yo con ese vestido azul cubriéndote el corazón.

¿pero no es todo esto el amor?

lunes, 6 de junio de 2016

¿Puedes ser mío hoy?


¿Puedes ser mío hoy?
Desde lo más profundo,
y hacia lo más extenso.
¿Puedes ser mío hoy?
Sin murallas,
sin fortalezas,
sin montañas.
Mío, en todo el sentido de la palabra,
con toda la posesión y obsesión,
con las cadenas y las alas.
Sé mío solo por este día,
en la tarde, en la mañana
a ver qué nos pasa.
¿Puedes ser mío hoy?
Sin condiciones,
con besos,
sin previsiones
con desvelos.
¿Puedes no ser efímero y fugaz por un día?
Ser para los dos estas veinticuatro horas,
y luego volver a tu sitio estático.
¿Puedes ser mío hoy?
Sin imposibles,
sin pudor,
sin dolor,
solo con amor.
¿Puedes ser mío de esta forma?
Bajo tierra,
sobre ella.
Alrededor del mundo,
a un lado del cielo,
en la distancia exacta
para tocarse el alma,
¿puedes ser mío?
Solo mío.