martes, 31 de mayo de 2016

Olvidos andantes

Que venga el olvido y nos lleve en su ola salvaje.
Que nos sacuda y nos extienda
como dos olvidos andantes.
Que venga y nos segregue
que nos esparza en el aire o nos lance mar.
Que venga el olvido y nos tome de la cabeza,
y de tanto andar colgando
dejemos de pensarnos.
Que nos someta el olvido,
que nos obligue a olvidarnos.
Ya no te quiero tanto,
ya no me quieres tanto.
Si seguimos repitiéndolo,
quizá terminemos creyéndolo.
Que venga el olvido y nos arrase.
Que nos llueva,
que nos salte:
pero hazte sentir aquí
que somos dos olvidos andantes
queriendo olvidarse.

... De la vida.


No me quieras, no te quiero querer.

Tierra árida.


  ¿Habrá pensado que si ella no se enteraba no pasaba nada?
  ¿Se habrá cuestionado en algún momento el serle infiel, aunque fuera solo con pensamientos?
  ¿Qué habrá pasado por su cabeza?
  O aún, ¿seguirá creyendo que ella no puede olvidarle?
  Hace un año vengo siendo 'la otra' y lo sé, pero eso es lo peor: que lo sé y lo acepto, aunque lo cierto es que sería más feliz en el desconocimiento. Cuando se ignora ciertas cosas, lamentablemente se es más feliz, pero resulta que en mi caso él decidió ser sincero (o cínico, como ustedes quieran verlo) y advertirme al respecto: Tengo novia, creo que deberías saberlo.
  Aún recuerdo mi reacción, mi primer pensamiento: Claro que tiene novia, yo le gusto, él me gusta, no puede ser perfecto. Claro que tenía novia... Sin embargo, a ese tonto pensamiento le siguieron varias casualidades del destino, algunas coincidencias y quizá un par de invitaciones que no decliné.
  ¿En qué me estaba metiendo?
  Sabía perfectamente qué terreno pisaba, aunque la verdad es que nunca había sentido mis pies sobre tierra tan árida y desolada... Sin embargo: continué. Eso es lo que haces cuando tu buen instinto te previene y tú solo estás cegada por un montón de sentimientos mezclados: curiosidad, atracción, esperanza, ganas de vivir al máximo, ganas de ser amada, en fin, tanto sentir... y tú tan relajado: Sí, tengo novia, quiero que lo sepas.
  Lo sé, lo sé, pensaba, pues aunque solo me lo dijiste aquella única vez, lo recordaba cada vez que te veía. Tiene novia, ¿y qué? Que él me viera, que yo lo viera, ¿qué había de malo en eso? Esa es la pregunta que los mortales y las mujeres necesitadas de amor nos hacemos antes de dejarnos robar un beso, esa es la pregunta que antecede al deseo, a agarrarse de las manos, al magnetismo, a las almohadas, esas son las palabras malditas: las palabras de la infidelidad.
  Sin embargo, en mi desconcertada ilusión seguía pensando que eras tierra árida, no me dabas todo de ti, pues una parte de ti (gran parte) no se quedaba conmigo en cada encuentro, sino que parecía caminar con rumbo fijo hacia ella, y eso, eso que se quedaba conmigo, lo que yo a veces llamaba 'las migajas' tan solo divagaba con sus traicioneras manos por mi cuerpo, casi como un niño perdido, o un adolescente sin la certeza de un futuro. 'Las migajas' nunca fueron suficientes y allí sembré y cultivé, poco a poco y con ahínco, la realidad. 
  Desde adentro, a través de tus propios ojos eres tan solo una mujer enamorada, me decía por las noches, pero... ¿cómo me verían desde afuera? ¿qué dirían de mí las terceras personas por estar yo con un hombre comprometido? ¡Qué zorra! ¡Perra! ¡Puta!
  Y tú tan feliz, claro, tenías dos mujeres (hasta donde sé), podías dividir tu sagrado tiempo entre cada una de nosotras. Ella de lunes a viernes; yo los fines de semana; ella por los días; yo por las noches, toda la madrugada, ¿por qué tanta claridad para ella? ¿por qué sí pueden verte con ella?
  Eres la otra, me decía una voz en mi interior. Sin embargo, apenas empezaba a darme cuenta.
  Ella es especial, excelente mujer, es virgen, es inteligente y de su casa, le gusta leer y el cine antiguo. Tú siempre hablabas de ella sin percatarte y yo reunía cada adjetivo que se te escapaba para poder crearme una imagen de ella, de su forma de ser, al menos para poder entender qué la hacía a ella mejor que yo. Sin embargo, no entendía.
  ¿Quieres un helado? ¿Ir al cine? ¿Un café? ¿Un concierto? Tú proponías, proponías y proponías, ganas de salir y aventurarte no te faltaban. Sin embargo, nunca te interesó saber cuál es mi sabor de helado preferido o qué tipo de películas disfruto más, nunca preguntaste si prefería un latte o un mocaccino o qué clase de música prefería escuchar en mis momentos de nostalgia o en mis ratos de alegría. ¿Tendrías tú la respuesta a esas preguntas si habláramos de ella? Conmigo la diversión estaba bien todos los días y a toda hora, pero ¿y si yo estaba triste? ¿Ya no funcionaba para ti? Si ella tenía un mal día, ¿tú la consolabas?
  Tengo novia, creo que deberías saberlo. En ese preciso momento debí alejarme de ti, pero no lo hice, ¿quién hace algo así? Uno simplemente no está preparado para el amor, este llega sin remedio, sin solución, sin avisos previos y cuando te percatas: ya está frente a ti haciéndote sentir en medio de una especie de cruel y absoluta gloria.
  A estas alturas, ahora que ya he empezado a reconocer la realidad, no puedo sino aceptar que estoy total y perdidamente enamorada de ti. Sin embargo, sé que dejarte ir es lo mejor, pues continuamente me dejas con ganas de más, nunca me lo das todo, no he conocido tu ser completo, pues en cada oportunidad una parte de ti está ausente. Siempre espero tanto de ti... y me das tan poco. Eres vacío el noventa por ciento de las veces. Créeme que estoy aceptando que el diez por ciento de ti no compensa tanto abandono y uso. No lo hace. Créeme.
  Ella debe ser mejor, sin dudas, pero solo para ti. 
  Espero ser algún día 'la mejor' para alguien más. Sin embargo, también espero que esa persona no sea como tú, ni siquiera en la sonrisa (aunque admito que amo eso de ti). Espero, espero con ansias olvidarte, pues no puedo seguir así.
  Ella debe ser tan buena. No lo merece. Seguro puede conseguir algo mejor que tú.
  Yo, por mi parte, debo decir que te amo, te amo ciegamente, tan tonta e irremediablemente, que a veces también detesto esa parte de mí que se queda suspendida en el aire solo para seguir amándote en el sinsentido y en la pérdida. Te amo, te amo aunque es inhumano hacerlo, aunque ser la otra no me llena, aunque... aunque... a pesar de... en fin, solo sé que te amo, pero no quiero ser la zorra, ni intentar superar a una mujer fantasma que me roba los minutos contigo. No quiero, no quiero seguir estando de este lado tan oscuro.

a ti.
No, no
a ella. Sí,
a ella.

martes, 17 de mayo de 2016

Salí con un adolescente.

   El sábado pasado fuimos a una fiesta. Él, cinco años menor que yo y encaprichado conmigo, quizás estaba entusiasmado con la idea de exhibirme ante sus amigos y jactarse de su 'conquista'. De seguro les había dicho que iría con una abogada, mucho mayor que todos y para nada comparada con 'las muchachas del salón'. La verdad, dudo que le hayan creído, pero lo cierto es que esa noche él tuvo a su abogada de veintidós años colgando de su brazo, y la sonrisa de colegial orgulloso no le cabía en la cara. Cuánta risa me causaba eso. Muchos dirían que fue una idiotez ir a esa fiesta con un adolescente de diecisiete años, pero la pasé tan bien, recibí tanta atención... ¡já! Tanta atención solo por ser cinco años mayor.
— Gracias por venir— me dijo luego de un rato bailando. Se movía con la impericia característica de su edad.
— Gracias por invitarme— le dije, con la tranquilidad de quien ha ido a varias fiestas en su vida y, a diferencia de él, ya no se sobreexcita por la música, el alcohol y esas vanalidades.
— Todos me preguntan si eres mi novia.
— ¿Y qué les dices?
— Que esta noche lo serás— me dijo con una sonrisa pícara.
   No pude evitar soltar una carcajada frente a él, la verdad me ocasionaba risa y ternura su extrema seguridad, esa altivez que manejaba, como si lo hubiera podido todo esa misma noche. Recuerdo haber meditado al respecto al llegar a mi casa para descansar, y es que a esa edad todos queremos comernos el mundo, nos creemos capaces de cualquier cosa, simplemente no hay límites. A esa edad todo sentimiento, todo acontecimiento, cualquier situación se vive al máximo: el máximo de adrenalina, el máximo de dolor, el máximo de frustración, de amor, de deseo. Cuando somos adolescentes todo lo deseamos el doble, y hasta el triple... y es por eso que verlo tan seguro de algo que podía bien ser una locura me dejaba sonriendo frente a él como si volviera a tener dieciséis. No se siente para nada mal gustarle a alguien lo normal, pero imagínense multiplicar eso por mil.
— Estás loquito— ¿qué más podía decirle?
— Ujum— aceptó, limpiando un poco de sudor de su frente—, por ti.
   Volví a reír. 
— Sabía que dirías eso.
   Reía tanto con él, por su picardía de púber, sus ojitos brillantes, sus manos inexpertas, su cabello despeinado, la delgadez de quien no hace más que soñar y dormir. Qué hermoso era verlo sonreír con tanto desconocimiento, verlo mirar a su alrededor y poder leer en sus gestos que estaba seguro de que se encontraba en el mejor lugar posible, sí, allí, esa noche, en el patio de la casa de un amigo suyo de la escuela, bailando con la abogada esa corruptora de menores, tomándose una cerveza o dos (aunque le recomendé que no lo hiciera), ¿pero cómo privar a este excitado adolescente de tomarse una cerveza? Si es que esa simple acción por ser prohibida le parece la gloria absoluta. Ay, qué encantador verlo poniendo toda su atención en mí, aunque solo fuera para decir que salía con alguien mayor. Igualmente, ¡cuánto me divertí esa noche!
— No vayas a molestarte conmigo si te robo un beso— me dijo, y aunque sus palabras sonaron firmes, sus manos en mi cintura delataban su nerviosismo.
— Deja de inventar cosas— ¿qué más podía decirle?
   Resulta que en mi mundo y a mi edad besar a alguien tiene un significado más profundo, pero allá él con su entusiasmo, allá él con su sonrisa de quinceañero y su falsa vanidad, allá él, tan joven y llenándome de tanta vida...

... De la vida.

En teoría no debería estarte pensando tanto, pero en la práctica es totalmente distinto.
En la práctica, yo, la aficionada al estudio, cuando de no pensarte se trata: soy la peor estudiante.

Ponle el nombre que quieras...

   Mira cómo estoy celosa de tanto no saber de ti, de que bailes con otras mujeres, de que mires otros ojos, de que te deseen otros cuerpos. Mira cuán celosa y abandonada me deja la posibilidad de jamás enterarme (porque no tengo por qué mier** hacerlo) que besaste otros labios o al menos deseaste hacerlo en silencio. Mira, mira que nunca he sido celosa, pero hoy despertaste a la bestia dormida en mí y no sabes cuánto te odia por eso esta mujer que soy hoy por ti, esta misma mujer que te extraña sin remedio, y se repite una y otra vez que no te quiere compartir con nadie, aunque lo cierto es que no se puede compartir lo ajeno... pero mira que ahora lo sé, lo sé porque los celos me causan picazón en todo el cuerpo, y ¡cuánto odio enfrentar el hecho de que solo quiero que me mires a mí! Aunque sé que debes mirar a muchas.
   Mira, en este momento estoy sola, muy muy sola, últimamente hago huir despavoridos a los hombres que quieren acercarse a mí. Ayer, en el trabajo, me dijeron: Alana siempre lleva la contraria. Mira, mira que así construyo la muralla para que ningún hombre quiera acercarse demasiado a mis demonios, pero llegará el día en que me canse de la soledad y me asome... sí, me asome, ya sabes, y entonces querré verte desde un rincón, ¿empezarías tú a confesar tus celos? ¿dirías: "Mira, solo te quiero para mí"? Gracioso será saber que toda esa basura llegó demasiado tarde...
   ... demasiado tarde, pues entonces la bestia dormida que hoy despertaste y habita donde reside mi vergüenza ya estará dormida y solo esperará despertar para maldecir a otros ojos, a otros labios, a otros cuerpos...

Ponle el nombre que quieras...
la verdad estoy demasiado molesta para esto.

... De la vida.

¿Y tú por qué sí?
¿Y yo por qué no?
Dime, dime, intenta explicarme por qué tanto para ti, y tan poco para mí.
¿Tienes forma de explicar eso?
¿O es que tan solo soy una tonta?
… una tonta y ya.

Tan sencillo como eso.

El último primer polvo.


Esa noche te fuiste antes de que pudiera besarte.
Toda la madrugada el deseo me acompañó,
pero ya nos habíamos dicho adiós.
Demasiado tarde,
demasiado pronto, da igual.
Sigo pensando que pude hacerte mía
y no lo hice,
¿por qué?
¿por qué despedirnos antes de lo inevitable?
Amor, esta es mi invitación:
Regálame nuestro último primer polvo,
y que este, aunque único, sea el mejor,
¿qué me dices, amor?
Esa noche te fuiste antes de que pudiera besarte,
tan anticipada fue nuestra despedida
que no pude acariciar tu espalda completa 
en la más extensa y larga dimensión, 
de la manera más suave y dulce que te imaginas.
Tan rápido fue el adiós, amor
y por eso te hago esta invitación:
Regálame nuestro último primer polvo.

a este par,
de una noche de tequila.