lunes, 3 de diciembre de 2012

Tentativa.

    Siempre sabes qué decir, qué decirme. Hasta cuando las palabras sobran o faltan, hasta cuando me faltas y nos faltamos. Hasta en el silencio y el ruido eterno, tú siempre sabes qué decir, qué decirme; y ese es nuestro problema.
   Si me pierdo, nos reencontramos, no sé explicar cómo pasa, pero vas desbordando tentación por la calle. Ella te brota de los ojos, de las manos, de cada poro de tu piel y aquí alguien desea ahogarse contigo, morir asfixiada de lo que, con tanta indiferencia, vas dejando regado en mi camino.
    Si supieras, que tu astucia y tu energía, son nuestro problema, por ello me armo de paciencia cuando te veo caminar por la acera. A veces se te olvida que tiene un poder sumamente peligroso, con el que atas y desatas, con el que enredas y desenredas, y una que otra vez: confundes o aclaras.
   Deberías empezar a ser consciente de tu facultad. 
   Mientras tanto, seguiré recogiendo los restos de tu tentación, para que no venga ninguna tonta a caer en ellos.

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