martes, 2 de julio de 2013

Bajo la alfombra.

   

    Y él tachó mi nombre de su lista y yo borré sus miradas de la mía. Esta semana hicimos una limpieza a nuestra relación y salieron a flote antiguos problemas que habíamos dejado bajo la alfombra. 
   Recuerdo su cara ante el desastre, era una mezcla de aceptación y rencor, sobretodo rencor, pues ya sabía él lo que nos pasaría desde ese momento en adelante. ¿Qué podía decirle yo? Palabras de consuelo no venían al caso, el consuelo lo habíamos eliminado también, junto con el apoyo y los abrazos. 
    De los dos sólo quedaba el cuerpo de cada uno y los recuerdos, habíamos ya vaciado la tolerancia, traspasamos el límite de besos (nos cansamos de besarnos), de un día a otro empezamos a seguir unas fulanas reglas, unos fulanos reglamentos de conducta y tú dejaste de visitarme en casa y comprimir mis largas jornadas para verme bella en un: Que bonita estás; y yo dejé de regalarte herramientas. 
    Creo que sin saberlo competíamos por ser el peor de la relación, a ver quién escondía más cosas bajo la alfombra, a ver quién olvidaba más fechas importantes, a ver quién parecía más incómodo en la soledad... y creo que los dos ganamos, o tal vez gané yo.
    Él tachó mi nombre de sus labios y yo borré sus labios de los míos. La rutina, en definitiva, ha sido la única ganadora, pues por ahora ya no tiene sentido seguir escondiéndonos bajo la alfombra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario