sábado, 20 de abril de 2013

Aquella época.

   Quiero pensar que no te has ido, que muy en el fondo de mí sigues jugando a las escondidas, asomada tras mi corazón, oculta en algún rincón... de verdad quiero pensar en que regresarás y me harás lo que fui con tanto gusto y orgullo en aquella época tan llena de aprendizaje.
   Tú, la muchachita de rasgos ingenuos, la tonta de las malas decisiones, tú, ¿dónde andas? Haces falta. Quiero enamorarme tanto como en aquella época, y escribir a cada minuto, no preocuparme por mi peso, usar la falda azul marino, mirarte a través de mi ventana, dormir la tarde entera y despertar queriendo escribirte mil poemas. Regresar a aquella época, cuando no tenía que preocuparme por tantas cosas, ni sacrificar otras más, cuando la vida era aún más sencilla y mi espíritu era frágil y puro. Quisiera no saber tantas cosas que sé ahora, hacerme la desentendida, correr... correr kilómetros de distancia, sonreír, no doblegarme ante nada. Regresar a aquella época de compañerismo, la que llenaban tantas personas, las que vaciaban tus ojos. Es cierto todo esto que digo y aunque sé que todo es aprendizaje, a veces quisiera no haber vivido algunas cosas que siguen doliendo dentro, que siguen ardiendo mucho, como si acabaran de pasar mil veces; sí, de hecho eso quiero: no tener que ver la vida pasar tan rápidamente.
   A veces sólo quisiera regresar a esa época tan lejana, donde mis amigos más cercanos seguirían estando conmigo, donde no habría primer beso ni primeros errores, donde me quedaría a observar cómo se posan los días en mis agendas y yo sería minuciosa al respecto. De verdad quisiera verte de nuevo, escuchar las mismas canciones, reingresar al borroso recuerdo de mi adolescencia y dejar intactas las memorias, yo sólo quisiera, de verdad que quisiera... regresar a aquella época y encontrarte sonriente en un momento de improvisada debilidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario