miércoles, 26 de octubre de 2011

Aprendí.

     Aprendí a valorar cada caída, a sonreír mientras sanaba, a llorar mientras nadie me veía. Aprendí a ser fuerte siendo débil, aprendí a ser valiente sintiendo miedo, aprendí a valorar las cosas cuando ya lo había perdido casi todo y entonces me pregunté a mí misma: ¿Qué estás haciendo con tu vida?
     Quise aprender a ser fuerte, pero terminé dándome cuenta que estaba equivocada, que ser fuerte no era ser orgullosa, que se llora cuando se está tiste y se sonríe cuando se es feliz. Aprendí a querer sin medida, cuando las personas a mí alrededor marcaron la medida, y ésta era el Infinito. Aprendí a mirar cuando eras tú lo que miraba y entonces pude encontrar mi propia paz. Aprendí a perder luego de ser vencida, aprendí a vencer luego de haber perdido. Aprendí a buscar cuando no encontraba nada y me di cuenta que, lo que busco, siempre aparece cuando la esperanza está apunto de abandonarme, ¿será por eso que dicen que la esperanza es lo último que se pierde? Aprendí que a veces debía mentir, si eso no lastimaba a nadie. Aprendí que cada día era una nueva oportunidad, cuando pensé que ya no tenía más. Aprendí a tener fe, cuando sentía que me arrebataban una parte de mí y entonces convertí mis lágrimas en oraciones y mis pensamientos en canciones. Aprendí que nunca debía darme por vencida, cuando, por inocente, lo hice y me di cuenta de mi error.
     Aprendí que, si hay algo en la vida que no puede recuperarse, es el tiempo y desde entonces he querido aprovecharlo al máximo, haciendo lo que me apasiona, diciendo lo que siento, creyendo en lo que tengo, luchando por lo que creo. Aprendí que el amor es difícil, pero que jamás llega a cansarnos. Aprendí que luchar por mis sueños me hace una mejor persona. De mala manera aprendí que es mejor evitar que enfrentar, que es más divertido saber la verdad cuando te dicen una mentira, que la vida continúa a pesar de todo, que no es de inteligentes llamar la atención. Aprendí que debo ganarme el respeto de las personas siendo respetuosa y que debía tratarlos tal cual como me gustaría que lo hicieran conmigo. Me di cuenta que ninguna familia es perfecta, pero que para eso somos una familia: Para apoyarnos. Aprendí que hay discusiones que no pueden arreglarse, pero que ambas partes son culpables. Aprendí que, en la vida, a veces es bueno ser terca, y que debía resaltar por mis habilidades y no por mis debilidades. Aprendí a ser maliciosa, porque mi padre siempre me lo decía. Aprendí a valorar la vida, cuando estuve apunto de perderla.

Entonces, mi pregunta es: ¿por qué el ser humano decide hacer algo al respecto cuando ya se ven sus oportunidades acabadas?

No hay comentarios:

Publicar un comentario