sábado, 25 de enero de 2014

Par de frustrados, enamorados.

  Manuel, pregunté por ti.
  He andado tras tu pista desde que te fuiste, en principio con intensidad y ahora más por curiosidad que por necesidad de tenerte. A veces la satisfación que me proporciona tu aparente felicidad me roba una sonrisa involuntaria, aunque muchas veces te anhelé primero aquí, junto a mí, siempre aquí. Qué suerte de enamorados tenemos nosotros, Manuel, qué suerte de trágicos enamorados.
  Manuel, pregunté por ti.
 El silencio me responde cada noche, la mañana me trae una amnesia selectiva y maldita. Cuídame, Manuel, como un día prometiste que lo harías. Quiéreme, Manuel, somo decías, como gritabas.
  Manuel, pregunté por ti.
  Qué misterio el que te acompaña y qué intriga me ocasiona no saberte. Debes imaginarte que ando tras tus pasos, recogiendo pistas, acumulando espacios. Qué suerte la de nosotros, par de frustrados, hoy yo ando como medio anestesiada por tus recuerdos, ellos a veces te señalan y otras veces te duermen, silencioso ausente.
  Manuel, he preguntado por ti a todos estos muebles vacíos. Nadie, aparte de ellos, debe conocer de esta suerte de distancia que dibujamos o de este par de frustrados brazos, lánguidos brazos que se enredan de vez en cuando, y sobretodo cuando te hallo.
  Manuel, he preguntado por ti y me han respondido que aún no eres del todo feliz.

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