jueves, 8 de mayo de 2014

Enmanuel.


Enmanuel habla muy poco. Tiende a balbucear algunas palabras. Enmanuel es callado y misterioso, pero quiero fundirlo en un abrazo tan cálido como su ecuánime sonrisa. Enmanuel podría ser mi hermanito o tan solo un muy buen amigo, yo le enseñaría a gritar y él me enseñaría a callar. Yo le daría clases de rebeldía, él me guiaría hacia los insospechados caminos de la meditación. Quizás saldríamos a correr juntos y leeríamos los mismos libros. De seguro Enmanuel entendería el miedo que me dan los hombres y se reiría un poquito disimuladamente, para no herirme. Yo le contaría a Enmanuel del viaje en bus, del poema que leí el día anterior, de que mi papá era fotógrafo y él seguro sospecharía que oculto algo. Tan suspicaz, tan astuto mi callado y curioso Enmanuel. Yo te enseñaría a correr y te buscaría una novia, de seguro movería el universo para hacerte feliz. Enmanuel, yo escalaría montañas, nadaría océanos completos solo para seguir admirando la paz que desbordas. Habla un poquito más alto, Enmanuel, sonríe más de vez en cuando, quizás dos o tres veces cada hora, camina erguido, Enmanuel, mándale saludos a tu hermanita, abrázame, amigo, tan solo se tú mismo, se Enmanuel.

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