jueves, 14 de junio de 2012

Claroscuro.

    

    Allí, en el tatuaje arrugado que reposa  sobre la muñeca de ese anciano desconocido: Te vi a ti.
     Después, también te hallé fluctuante en una sonrisa, cuyo rostro olvidé ante la grandeza de ese ensueño que depositas en mi cuerpo.
    Más tarde, como por accidente, te adiviné en lo que escribía, casi con indiferencia, sin intención empecé a contarle nuestra historia al cuaderno. La brevísima historia de amor que compartimos, la cual no llegó jamás a tener un título.
      En plena madrugada, te encontré en el calor de mis sábanas, en esa calidez que no es y jamás será como la tuya, pero que arropa y reconforta de la misma forma.
    Minutos después, te hallé en la soledad, en el espacio que deberían llenar tus recuerdos, en la codicia de poseerte; te hallé en el realismo del frío silencio, en esa masa pesada que resulta hablar en singular.
     Dormí tan sólo minutos, pero allí logré reencontrarme contigo en sueños: Todo parecía cruelmente perfecto. Me veía entre tus brazos, con tus labios sobre mi oído susurrando halagos que arrancan escalofríos a mi espalda, que paralizan de forma placentera mis gestos, allí, justamente en la formación de una sonrisa, en la culminación de un beso apasionado, entre la mirada pícara y la que es seria...
      ... Pero...
     ... Desperté y te perdí, te arrebataron de mis manos, te arrancó de allí tu vida, ésa ajena a nuestra historia; sentí ahora dolor, desazón, rabia... ¡impotencia! ¿dónde andabas? ¿hacia dónde buscar si no conozco tus caminos? Manda una señal, grita mi nombre ahí mismo donde estés, pero envía por lo menos un adiós indiferente.
  Te perdí... y aunque me mantenía esperanzada: Todo parecía cruelmente imperfecto.
     No te vi después, tampoco más tarde, ni en la madrugada, mucho menos minutos después en un sueño dañino: Te había perdido, te habían sacado de mi vida, esa vida tuya escondida, esa historia principal, eso desconocido -antes atractivo, ahora mortal- te había arrancado de mi espacio y mi tiempo.
   Ahora está todo claroscuro, a veces más oscuro, a veces iluminado por una sonrisa tuya en los recuerdos que guardo y cada día aparecen más sesgados en mi cabeza.

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