viernes, 18 de abril de 2014

Sigamos no diciéndonos nada.


  Ya que nos gustamos tanto y no podemos decirnos nada, sigamos jugando a engañarnos. Yo seguiré gustándote en secreto. Tú seguirás gustándome igual.
 Ya que no puedo reclamarte nada, seguiré diciéndote que no importa, que eres libre, que entiendo. Tú, por tu parte, buscarás otras palabras para decirme que me quieres. 
  No digamos nada. Sigamos ocultando esta verdad que nos golpea a ambos en la cara y es más cruda que este vacío que siento al no tenerte cerca, aunque tú estuvieras por tu lado y yo por el mío.
  Y yo, ya que no tengo cara para decirte que te extraño, seguiré simulando orgullo y simpatía. Tú, seguirás viviendo tu vida como si algo faltara en ella, pero, claro está, sin poder decirme que soy yo lo que te falta.
  Sigamos ocultándonos esta verdad que nos toma de los brazos y nos lanza al abismo. Sigamos no diciendo nada y alegrémonos, riamos, bromeemos cuando el acartonado disfraz de nuestra amistad nos lance en el pecho las formalidades que tanto solemos usar.
  Yo, por mi parte, no diré que me haces falta. Tú, allá donde estás, negarás a todos que otra mujer te hace pensar.
  Sigamos no diciéndonos nada. Tú seguirás gustándome igual. Yo seguiré gustándote igual.
  A mí, la soledad me seguirá comiendo desde adentro hacia afuera. A ti, la rutina seguirá absorbiéndote poco a poco, día tras día... mi amor.

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