lunes, 27 de junio de 2016

... De la vida.

Resultado de imagen para arcoiris reales

Hoy el cielo amaneció gris nostalgia para mi pesar y de él se desprendían pequeñas gotitas de lluvia helada. Eran las cinco y media de la madrugada y mi papá no había podido dormir toda la noche, por lo que aproveché para acostarme a su lado en el sofá y absorber su calor y amor. Quería quedarme allí el resto de mi vida, en ese instante me sentía temerosa de enfrentar una nueva semana de clases y trabajo con este sentimiento sin nombre entre el pecho y el corazón. Sin embargo, la hora llegó y el viaje se volvió inevitable. Recuerdo, en medio de mi somnolencia, haber apretado por última vez en mi puño la camisa de mi papá, como intentando robarle un poco de su fuerza, y, en menos de lo que tarda un pestañeo él ya estaba de pie diciéndome: "Levántese, hija". Gruñí, pero fue un gruñido de bajo perfil, lleno de pesadumbre, de miedo, de duda. No quería abandonar mi casa sintiéndome así, pero allá, en mi destino, estaría más lejos de todo. Ya en el carro, mantuve la vista pegada en mis manos, no quería ver la calle y muchos menos esos endiablados carros que aparecían adonde mirara, simplemente no quería encontrar otra razón para hallarlo en mi cabeza, aunque lo cierto es que no es difícil recordarle en estos días. Entonces, no sé en qué momento ni por qué, alcé mi rostro y vi a través de la ventana: allí dibujado en el cielo quizás uno de los arcoiris más bonitos y significativos que he presenciado. Aquello me robó una sonrisa en medio de mi tristeza y me hizo ver que ese instante era lo único que debía importarme o preocuparme para comenzar mi semana con buen pie.

Día 1/5

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