martes, 22 de marzo de 2011

Hoy es para olvidar.

Hoy la luz se ha vuelto transparente, el espacio que llenabas se ha tornado vacío, las ganas de verte se han ido lejos, y respiro... respiro profundamente, regodeándome ante el olvido, siendo arrogante por primera vez. Hoy la fragancia me parece nueva, ante el río que corre por mis pies he decidido arrodillarme, he mirado hacia el cielo en busca de Dios y con varias sorpresas mi tarde acababa. Mi casa está sola, sobre la cama dejé la música que escuchabas y en el fuego de una hoguera improvisada quemé el recuerdo y renové mi casa. Hoy he usado el "yo" y no el "nosotros". Qué extraña sensación.
Hoy te he recordado sólo una vez, pero para felicitarme por haberte olvidado y sonreí ante mi habitación vacía, di de comer a las aves que me regalaste, esas que llamamos como nosotros, pero hoy mordieron una contrato que les cambiaba el nombre legalmente. En un antojo repentino, esos que dejan las relaciones largas, fui a la cocina y saboreé cereal y jugo de naranja a la vez; es una de esas costumbres que no dejaré por el simple hecho de haberla adquirido de ti. El que no te gustara tomarte fotos le favoreció a mi tiempo, sólo tenía tres fotos a tu lado, recorté dos y guardé una para no ser egoísta. Aunque ya fue bastante egoísta no atender tus llamadas y borrar tus datos de mi agenda. Lo único que hacías era dejar notas en mis cuadernos, qué bueno que ya acabé mis clases. Hoy respiro un nuevo aire, y aunque estoy sola, tengo más tiempo para mí, de nuevo el egoísmo de la soltería. Admito que extraño tus frases robadas de libros y tus pasos de baile inventados, el rasguño que te hizo tu hermana en la cara y cuando acariciabas mi estómago.
Esto es...
... mi adiós.

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