jueves, 3 de marzo de 2016

Mi crush.

   Siempre acostumbro arreglarme un poco más de lo normal de lunes a miércoles, puesto que entre esos días existe un alto grado de probabilidad de verlo aparecer a lo lejos con su altura y su sonrisa seria. A veces, para causarle curiosidad lo ignoro sin culpa, desgarradoramente, pero otras veces, para intrigarlo, le lanzo algunas miradas para que se percate de que me siento curiosa ante su presencia. Así, a veces fría, a veces interesada, voy construyendo esta historia que me divierte a veces y me frustra también...
   ... Hoy lo vi llegar, fue mi sorpresa voltear y verlo allí hablando con mi jefe. Inmediatamente busqué y encontré rápidamente una razón para acercarme. Cuando lo saludé fui esquiva, no fría, pero sí algo tímida (estaba demasiado cansada como para jugar, lo admito):
— Hola, ¿cómo estás?— le pregunté, bajando la mirada para ver algunos papeles en el escritorio de mi jefe. Apenas le sonreí.
— Bien, ¿y tú?— me dijo.
— Bien— y acto siguiente él se fue.
   De regreso en mi sitio de trabajo, algo decepcionada (lo admito), decidí volver a concentrarme en mis cosas y olvidarme tan solo unos instantes de mi crush. A fin de cuentas, yo no podía tan solo pasar toda la mañana pensando en él... pero antes de que verdaderamente me creyera esa improvisada resolución mía, él regreso a saludar a mis compañeros de trabajo y especialmente a una amiga de mi oficina, a quien le dio un beso en la mejilla. Quizás solo está siendo educado, pensé, además a todas las mujeres las saludó así.
   Seguido de eso, algo celosa y de repente sintiéndome ofendida, le lancé una de esas miradas curiosas, aunque siento que también llenas de temor, ¿por qué? Quizás porque la inseguridad me había atacado por la espalda cuando él parecía más interesado en mi compañera que en mí. Ese es el asunto de los crush, que ciertamente no sabes nada de ellos, de sus gustos, ni de su vida personal o qué hacen, simplemente tú los sigues en la distancia con la mirada, disfrutando el simple hecho de admirarlos, anhelando el próximo encuentro, y ellos, quizás conscientes de sus encantos, haciéndose los locos o totalmente indiferentes... ellos son solo ellos...
   ... al menos mi amiga, esa que parecía ser el crush de mi crush, parecía de las indiferentes.
   Qué tontería, pensé, decidida a "concentrarme" en mi trabajo del día, pero él seguía rondando los alrededores, conversando con todos, saludando a todos y cruzando sus brazos sobre su pecho. Era un hombre joven que podía llegar a intimidarte hasta la médula, amigo de mis jefes y eso es todo lo que sé de él.
   Es mejor no saber nada de él, porque a veces conocer a las personas destruye la ilusión que generan, pensaba, escribiendo en mi computadora.
   Cuando él se iba, se tomó un tiempo para despedirse de mi compañera con un beso en la mejilla y yo, quizás demasiado dolida como para disimular y sentada justo en el siguiente escritorio después del de ella, le volteé a mirar por sobre mi hombro con cierto desconcierto, uno quizás imperceptible para el mundo exterior, pero bastante real en mi interior. Es decir, acabas de saludarla con un beso y ahora que te vas es igual, pensé, viendo cómo él colocaba su mano sobre mi hombro para decir: Chao, que te vaya bien, o algo parecido.
   Sí, a ella un beso en la mejilla y a mí eso: un toque en el hombro. Quizás ignorarme hubiera sido mejor.
   Cualquier cosa es mejor que un simple toque en el hombro de parte de tu crush.

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