sábado, 9 de julio de 2016

Residuo urbano.


   Monóxido de carbono o gas carbonoso, anhídrido carbonoso, colillas de cigarrillo, me pregunto: ¿quién se habrá fumado ese tabaco anoche? Parece consumido entre las tres y cinco de la mañana. Andrés diría que la hora del sexo, ¿por qué? Él diría: los domingos se hicieron para pasar la resaca. ¿Y los sábados? Para intoxicarse.
   El concreto tiene un sonido hueco, está manchado de café, desprende un aroma a gasolina. ¿Quién habrá derramado allí su café? ¿Y por qué? La ciudad está llena de peleas matutinas, gente infeliz: Infeliz en el trabajo, insatisfecha en relaciones, en fin. Mamá me habló de las 'relaciones inútiles', yo tengo una y la ciudad me la recuerda con cada botella de cerveza dejada adrede en una jardinera, pero ¿qué se le hace? La ciudad siempre intenta encontrar formas de hacerte sentir miserable: llegar tarde al trabajo (tu maldito trabajo que odias tanto), el tráfico, no encontrar nada en la tienda (al menos en mi país), comer a deshora, citas con tragos, tantos hombres y mujeres cegados, deseando los viernes, ¿y para qué? Andrés diría: sexo a las tres de la mañana y al día siguiente embriagarse. Los lunes quizás te veas con un comerciante extranjero y ambos compartan cafeína para no dormir, y el centro seguirá en movimiento: una fina capa de ira, somos gente soberbia, la pólvora se dispara y los restos esparcidos se reproducen en el noticiero: un avión cayó, un político dijo diez mentiras en dos frases, el dinero corrompió a cinco millones de personas más, otro niño perdió la inocencia, un nuevo desperdicio nació. ¿Eres virgen? No es tu problema, ni el de nadie.
   Vivimos en la selva y no somos conscientes de ello, trajes de ejecutiva, calores asfixiantes, químicos en el aire, el esmog, hay tanto esmog en la vida de todos y no nos detenemos a pensar un poco: somos residuos de la ciudad. La ciudad de nuevo nos masticó y vomitó, ¿y nos dimos cuenta? No, pero mira que somos los agentes más contaminantes del universo entero, ¿cuándo? Cuando callamos lo que sentimos, cuando tiramos a la calle envoltorios y botellas vacías de alcohol, cuando maldecimos la cara de los políticos estampadas en vallas de 50x50 y luego hundimos cada frase que proferimos en ridículas mentiras sobre banalidades humanas, como bañando en salsa agria cada palabra, ¿no lo ves? La ciudad de nuevo nos tomó de la cabeza, nos sacudió, nos dio sendos golpes contra el asfalto y luego nos tragó. Somos residuos tóxicos y solo lo sabemos cuando despertamos al día siguiente para salir a restar buenas noticias y ser tragados de nuevo por la ciudad. Otra vez a respirar todo ese monóxido y pisar todas esas colillas, sino somos nosotros, ¿quién morirá lentamente, quién querrá saber la historia detrás del humo?
   Sonríe, intenta hacerlo, que quizás cuando llegues a casa esa tarde luego del trabajo, ya sea demasiado tarde y entonces debas reconocer que eres otra deposición de la ciudad o, como dirían las revistas de moda: 'otra más del montón', o quizás, la sucesión hereditaria de la decadencia y mira que decaer está en la naturaleza del ser humano. No decaigas.

Hace ruido afuera,
somos el ruido.

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