domingo, 18 de diciembre de 2016

Línea de fuego.

Resultado de imagen para mujer de espaldas

 Estoy en medio de la línea de fuego desde ese día sin fecha en que empecé a enamorarme de ti.
  Estoy allí de pie.
  Justo en medio, al frente y al centro, esperando la detonación definitiva.
  Siento tus ojos mirarme constantemente, pero no debo voltear a verles. Les tengo miedo, no quiero que ellos me hagan claudicar ni que al mirarlos despierte en mí la más mínima curiosidad, porque fueron ellos quienes en un principio dividieron mi alma en estas dos mitades tan ambiguas, dejando de un lado de la balanza mi razón, y del otro mi corazón.
  Debes saber que hoy y por ti, soy esta Alemania Nazi o esta Ruanda del ’94, sumida en tanta pólvora y destrucción, que a veces resulta complicado hacer lo correcto cuando tus besos me enseñaron tantas cosas que quisiera volver a repetir, pero que como un error maldito y nocivo, traerían consecuencias desafortunadas.
  No es sencillo para mí seguir reteniendo tanto, sostener esto tan gigante, o seguir intentando calmar tanta tempestad, cuando de un lado del campo de batalla te encuentro mirándome de nuevo como si me amaras, pensando quizás que ir a tus brazos no sería definitivo, pero al menos se sentiría bien un rato, sin embargo, no quisiera tener que mirarte desde acá, desde donde todo se está yendo a la mierda y es seguro y reconfortante a la vez, porque aunque me siento segura, quisiera aceptar el abrazo que tus ojos en seguida y sin precisar palabras me ofrecen. Decaigo: te quiero. Lo sé, te lo he dicho ya sin complejos, me lo has dicho tú igual…
  … pero, ¿qué hago? ¿Y cómo hacerlo, amor? Si todo este tiempo el asunto con nosotros es que quieres que me entregue al corazón cuando soy una mujer tan perdidamente enamorada de la razón, que me es imposible responder a veces preguntas que como un estallido irrumpen mi tranquilidad y me hacen pensar: ¿cómo pretendo querer a alguien con tanta lógica y sensatez, si de hecho quererle se siente como un peso justo en el pecho? ¿Qué hacer? ¿Qué hacer con tantas ganas de quererte y tan pocas razones para hacerlo? ¿Qué? 

E inmediatamente sé que 'nada' es la respuesta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario