domingo, 22 de enero de 2017

La mujer reticente.

   Ahora creo que lo entiendo. Mi vida, esta vida que transito y en la que no estás, no se siente completa, y en consecuencia soy siempre una mujer inconforme. Quizás aceptar tantas cosas que llevo días pensando en silencio, sea la solución liberadora del yugo que me mantiene atada a esta constante y diaria pesadumbre de tu ausencia  que me hace sentir tan jodidamente cansada de tu nombre, ese que a pesar de tantos de nuestros pesares, necesita ser pronunciado por mis labios para sentir que vuelve el aliento y se detiene la asfixia, la asfixia desesperante de no hallarte sino en recuerdos que hubiera querido atesorar, pero que ahora me resultan cada día más insuficientes para cubrir la demanda de mi corazón, ese que a diario me exige cualquier cosa tuya vívida y reciente para continuar bombeando... 
   ... pero entonces lo sé, o al menos lo supe cuando empecé a perder en mi memoria la precisión de tantas palabras y de tantos lugares, olores y temperaturas. Ahora, apresurada y preocupada, lo sé. Lo supe cuando todo empezó a perderse en mí emulando un enorme recipiente de desechos que lentamente acumulaba con ansias frenéticas esta necesidad aun más loca de ti... 
   ... Sí. Lo supe. Y ahora al menos soy capaz de admitirlo: Fui y sigo siendo una mujer enamorada a quien sus propios criterios le pusieron una trampa para sorprenderla con la débil naturaleza de sus teorías sobre el amor. Soy una mujer de absurda cordura, cansada de ser correcta, y molesta de extrañarte hasta que ya no sabe cómo idealizarte. Soy una histérica, una falsa mujer de falsa indiferencia que disfruta a veces estar sin ser notada, tanto como despertar tu curiosidad desde el punto más alto de la escala. Soy esta mujer bipolar y viciosa que en realidad no te oculta cosas y es tan simple que a veces cree parecerte aburrida. Soy esta mujer no grata a la cual te le escapas y en vez de quejarse, es capaz de imitarte sin ningún tipo de culpa. Soy la mujer que te extraña y ama tanto su libertad que en días cualquieras por razones aparentemente infundadas decide escabullirse hacia la soledad, para regresar luego con la necesidad de ti desbordándose justo en el tope.
   Soy, en conclusión, una nueva yo después de quererte a ti, y dispuesta a aceptar que padece de un humor cambiante y de un millón de malditas inseguridades. Eso soy. Soy esa mujer que desea fervientemente sentirse cómoda y orgullosa de cada insólita ambigüedad que se cruce en su maniática cabeza de mujer enamorada...
   ... porque eso fui y eso soy: Una mujer que efectivamente se enamoró de ti y que sigue sentada en silencio esperando al olvido y su tan prometido alivio. 


ahora ya puedo descansar.

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