martes, 28 de septiembre de 2010

Teoría.

He oído hablar tanta basura del amor, que puede estar afectando ya mis ideas. La retórica constante de un comienzo maravilloso y un final terrible me persigue con sólo escuchar latir mi corazón. Resulta que convirtieron un sentimiento hermoso en un virus que, cuando ataca al "desafortunado" lo prepara para una serie de escenas terribles y ánimos venáticos que no podría controlar, así lo quisiese. Sé de las comparaciones que le asignan, empezando desde un error, hasta las drogas, pasando de algo irrelevante como un juego de cortejos a una obsesión enfermiza y dañina, algo que, en un sentido ambiguo y hasta multifacético, puede andar por cada uno de nuestros sentimientos: desde la más pegadiza y contagiante alegría, hasta la más arrebatadora miseria que pueda experimentar el ser humano. No podía creer eso, mi concepto del amor era sano, por así decirlo, algo inocente, pero agradable; mi estudio no había tenido la oportunidad de ser certificado por el arrebato de la experiencia o el sentir vívido del sentimiento hablado, mi teoría era, más que eso, una fantasía. Supongo que hacerme esa idea desde que tengo uso de razón lo empeoró todo para cuando el amor de verdad tocó a mi puerta. Ya no tenía voluntad para negativas, y mucho menos tiempo para una preparación anticipada, pues el amor es así, se divide en tres acontecimientos: La llegada, que suele ser improvista. El noviazgo, que es, en pocas palabras, la muestra de lo que se siente, peleas que enamoran y la prueba para el tercer acontecimiento. El matrimonio, que es la entrega completa de cuerpo y alma, y la dependencia hacia la persona que se ama; el matrimonio es el último paso de la unión amorosa, después, si se es atento, siguen los detalles y los Te Amo esporádicos. Sólo tres cosas acaban con el amor, a mi parecer: El tedio, la rutina y la falta de pasión.

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