viernes, 7 de enero de 2011

Dame un beso.



Dame un beso, un beso de esos que te arrancan un suspiro desde lo más profundo, uno que cierre mis ojos y me haga volar y volar y volar.
Dame un beso, un beso de esos, dulces e infinitos, suaves y benditos, que no quiera que acabe y dure lo que una vida.
Dame un beso, un beso de esos, que me llevan al cielo y me traen de regreso, me arrebatan sonrisas y me dejan tranquila.
Es por eso que sólo son tus besos los que me hacen feliz, los que anhelo, sólo eres tú quien me puede calmar. Te pido, por favor...
... Dame un beso, de esos que quiero, me gustan y deseo, de esos que tú, sólo tú, sólo tú puedes dar.
Uno de esos en que, entre un respiro, mis labios sueltan un Te Amo sin aviso previo, esos mismos en que la vida misma es como un juego en que los segundos enteros se van por el suelo y el disfrute es instantáneo, es irrepetible... Se trata de tus besos, amor, del juego que juegas con mi cabello, de la fricción de nuestra ropa, de la agonía que resulta el tiempo. Eres tú, que, al besarnos, pareces sonreír y me haces feliz, por cada espacio vacío que tú llenas, por esa pericia que tú manejas en el tema, porque, al besarte, me preocupa que el aire falte a mis pulmones, porque eres suave y tus labios aún más. De eso se trata.
Dame un beso, sólo uno.

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