Aún es cálido el roce de los años, aún festejo cada cumpleaños. El pasar del tiempo no me ha lastimado, sigo sintiéndome joven, aunque las arrugas me fracturen el rostro o me crea más sabia. Aún cometo los mismos errores, sólo que esta vez tengo tiempo para pensar.
Soy el reflejo del tiempo, de las horas, de interminables amaneceres y anocheceres. Soy testigo de las décadas, confío a plenitud en las marcas de mi cuerpo, y no me molesta ser quien soy.
Aún miro al mundo con los mismos ojos, sigo amando la vida como hace treinta años atrás y disfruto compartir este aire contigo.
Es inevitable pensar en el pasado, pero, a pesar de todo, no me arrepiento de nada. Tengo más de cincuenta maravillosos relatos que contar y una familia que ya está cansada de escucharlos y me regalará nuevos oyentes.
Aún el corazón que late dentro de mi pecho es el mismo, aunque soy más sensible y frágil ahora, me siento llena de fortaleza, hoy más que nunca.
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