lunes, 21 de febrero de 2011

Un beso para mi historia.


En cuanto caiga la noche y la mesa luzca vacía, justo en el momento en el que el crepúsculo se asoma y la tarde de hoy queda en el pasado, mientras tú me miras ansioso y yo evito esas miradas por causa de mis nervios. En cuanto desenrede el hilo del mantel, tómame del brazo y róbame un beso, o tal vez, sostén mi cabello y lánzame a tus labios. No sé cuál idea te guste más, he aquí la inexperta que decidiste enamorar, he aquí la incertidumbre de cómo y cuándo, he aquí yo y mil dilemas.
Si te resulto de nuevo insoportable, de nuevo cállate, tú no entenderías, empezaste a los tres años con una niña cuyo nombre no recuerdas. He tenido que mirarme en el espejo por horas, observando mis labios y la manera en que deberían lucir para ti un segundo antes de que suceda, por eso esta noche los he dejado al natural para ti, y he soltado mi cabello para que tengas de dónde sotenerte mientras sucede. Mira en todo lo que he pensado y tú sólo sigues mirándome, esperando vestigios de iniciativa, pero... ¿cuándo te he dado alguno? Tú lo has hecho todo según tus impulsos, inseguro de ser correcto. Pero, de nuevo te digo, soy una inexperta. Tómame de la cintura, esa es mi debilidad, y acércame a ti salvajemente o mejor de manera sutil, no lo sé, pero bésame esta noche frente al balcón, en medio del ocaso, a oscuras, con "Kiss me" de The Cranberries sonando en el fondo.
Cuando acabes, si te he decepcionado, no digas nada. Al terminar, si esperabas otra cosa de mí, guarda silencio, que sea nuestro secreto. Yo pude no haber nacido para besarte, pero tú pudiste haberlo hecho para enseñarme.
¿Te das cuenta que fuiste y siempre serás el primero? Entonces bésame y dame una razón de más para quedarme a tu lado: Tus besos.

Ese primer beso... En verdad, no tengo nada que decir.





No hay comentarios:

Publicar un comentario