viernes, 1 de abril de 2011

Tus locuras.


El hechizo de la noche ha empezado a ocasionar efectos secundarios en ti, estás hablando sin sentido y cada vez logras asustarme más, supongo que la oscuridad le da paso a tus secretos, a la onda de locura que llevas impregnada de manera furtiva en la piel; y sonríes, como si ese instante dependiera de eso, y caminas extraño, como si quisieras desviar la atención, y de nuevo estoy yo a tu lado, porque me haces reír, porque me alejas de la realidad, porque me sumerges en un mundo que no existe, pero es perfecto porque juntos lo creamos, porque, al emerger, allá afuera todo parece mejor y aún así, existe ese momento en que debemos separarnos; pero una tarde contigo es una noche pensándote, porque un beso tuyo es toda una alegría comprimida; jamás pensé que me conformaría con tan poco, pero tú eres mi felicidad.
Tus locuras están impresas en mi corazón, son delirios de una perfección que sólo existe en tus defectos, y amo cada espacio de tu cuerpo, cada centímetro que mide tu sonrisa, cada extensión del brillo en tus ojos, amo cuando me haces reír, tus ocurrencias, cuando no tomas las cosas muy en serio y eres un poco indiferente, odio tu impuntualidad, pero me gusta el niño que hay dentro de ti y las fantasías que éste me cuenta. Me encanta poder mostrar mi sonrisa y que seas tú el causante de ésta.

De algo siempre he estado segura, y es que, si hay algo tan fundamental como el amor en una relación, existe también el sentido del humor. Reírse junto a tu pareja no puede compararse con nada, compartir sonrisas es maravilloso.

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