martes, 3 de enero de 2012

¿Hombre... tú?

   ¿De verdad? ¿Hablas en serio?
   ¿Serías capaz de perder a la mujer que amas por pura cobardía, por pura timidez, por pura ociosidad?   
   ¿Te condenarías a una vida entera sin ella, sin sus besos, sin sus sonrisas, sin su presencia en sí?
   ¿Acaso en algún momento determinado en el transcurso de tu existencia, podrías llegar a ser feliz luego de cometer ese terrible error... sólo por cobardía?
   De nuevo no aguanto y quiero gritarte, ¿hombre? ¿Debería llamarte así? ¿No es hombre aquel que lucha por la mujer que ama, sin "peros", sin excusas, sin impedimentos, aquel dispuesto a vencer cualquier obstáculo, a derribar cualquier pared, aquel que decididamente va en busca de lo que quiere y no se da por vencido hasta tenerlo.
   ¡Já!
   Tú no eres un hombre, no luego de tal descripción, no luego de haberte visto parado en aquella endiablada esquina, con un pésimo camuflaje, mirándome escondido en tus temores, tras tu verguenza y tu incapacidad. Tú no eres un hombre, no luego de seguir negándolo, cuando en el transcurso del día me has estado observando, cada movimiento, cada palabra, cada susurro.
   ¿Es eso un hombre? No, no lo es.
   No me gustan los cobardes, los que no luchan por lo que quieren, los que se dan por vencidos, los que no lo intentan por miedo a fallar... esos no son hombres, son unos simples y divertidos cobardes.

Un poema inspirado en...
...alguien.

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