jueves, 14 de marzo de 2013

Yo la villana, y tú... tú sólo eres tú.

       Fijémonos primero en la lluvia. Si no estuviera lloviendo, hoy no estaría sintiéndome tan culpable. Es cierto que muchas veces se ha tratado más de mí que de ti, pero a final de cuentas siempre fui yo la villana de nuestra historia. Vaya problema. Vaya manía la mía de gritarte cuando subías volumen a la música o cuando de reojo lanzabas una mirada despiadada, parecida al odio, y yo no podía explicarme el por qué, ¿por qué de repente acallas tu mundo y me sometes al juego sin fin de interpretarte, de leerte allí dentro en la plena oscuridad de tu interior? ¿por qué prefieres el silencio, cuando disfrutamos tanto conversar?, siempre nos resulta mejor conversar. Tú bien lo sabes. 
    Últimamente he querido ser la rebelde que conociste, la muchacha introvertida, quizás a manera de venganza o en plan de llamar tu atención, pero qué va, ni los celos que ocasionaba, ni los mensajes que te enviaba de forma "equivocada", ni la indiferencia de mi mirada, nada de eso ahora funciona contigo. Te has vuelto el hombre inteligente que siempre temí y hoy ya no cabe duda de que la villana seguiré siendo yo; quizás por esa cualidad de mi doble personalidad o mi necesidad de llamar tu atención. No lo sé. Lo cierto es que, ya que no quieres conversar, te regalo una tambaleante tranquilidad, una sonrisa falsa, un silencio como el que gritas sin gritar. A fin de cuentas, el bueno serás siempre tú, y la villana... la villana firmará como yo.

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