sábado, 8 de septiembre de 2012

Así de injusto es el amor.

     Aquí en este escrito confieso la falta que me hace tu amor, pero no soy trágica al respecto. De hecho, suelo recordarte con ternura, como el primer amor de la escuela, quizá también el último. 
     Lucen tan lejanos en mi cabeza aquellos viejos salones abandonados, las mesas de trabajo, las llegadas inesperadas del profesor y tú, tú que siempre estabas allí junto a mí, como un ángel guardián, custodiando mi seguridad. 
     Yo, por otra parte, absorta, veía a través de la ventana: Te tenía a ti, pero faltaba algo más, ¿qué era? 
     ¡Claro! Tan sólo hacía falta que tú no bajaras el cielo y lo desplegaras a mis pies; tan sólo era necesario tu descuido, que un día cualquiera yo te pidiera un café y tú me decepcionaras con un té... ¿entiendes? Hacía falta que tú no me quisieras, para yo quererte aún más. Es así el amor, así de injusto es el amor.
     Quizá si por un momento me hubieras ignorado, quizá si de manera casual, tan sólo por unos segundos, tú hubieras roto mi corazón, entonces quizá yo no sentiría ese extraño vacío...
     ... Pero lo conocí a él, y no fue por él que acabé contigo, la verdad no. Mucho antes ya había escrito aquel poema tan dañino. De hecho, ese nuevo hombre en mi vida era todo lo contrario a ti, tan sencillo, relajado, no había esa presión del Te Amo, ni la angustiosa espera de mi respuesta final, no existía ese malestar continuo, ni la asfixia por tu impaciencia; con él era otra mujer, contigo era yo misma. El problema es que quien soy en realidad, es demasiado complicada para enamorarse.
     Contigo descubrí que en realidad no importaba el lugar del primer beso. Aprendí a ser indiferente ante ese tema, lo único que importaba era besarnos... pero tú nunca lo intentaste. En cambio él sí, él me dio mi primer beso y me robó un te quiero sin mucho esfuerzo. Ese hombre maniobró ágilmente el nudo en mi corazón, desatándolo, liberándolo de las dudas, y así, tan fácil, tan rápido, me enamoré de él. No me costó admitirlo, con él fue sencillo confesar mi amor, pero él no me da la conversación que tú solías ofrecerme, él no me pregunta qué hice en el día, y eso me lastima. Pero es por eso que sigo ahí, ¡siendo la peor masoquista del mundo entero! siendo todo eso que criticaba, siendo una tonta enamorada de él, esperando un quinto beso...

¿Alguna vez te dije que pensaba que al primer hombre que me dijera Te Amo, 
sería a quien le daría ese primer beso?
Deberías saberlo ahora, aunque ya es demasiado tarde para los dos.
Estoy enamorada de quien no baja estrellas, ni lunas... y mucho menos cielos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario