lunes, 9 de diciembre de 2013

La siguiente despedida, ¡por favor!


De nuevo ha empezado a afectarme y sé que se avecina un "adiós", una promesa de arrepentimiento, el acecho constante de una docena de lágrimas congestionadas. Lo sé. Sé qué se sienten las despedidas y tú te sientes como una desde hace un par de días.
La verdad, nunca creí tenerte del todo y yo nunca me entregué a lo de nosotros completamente, porque había algo allí entre los dos que me hablaba de lo efímera y pasajera que sería esta necesidad mutua de tenernos, este repentino apego, esta relación dependiente de días y noches, de curiosidad ante lo desconocido, de amistad, de atracción, de todo un poco, de nada todo.
Por eso, hoy apoyo que te vayas para no volver.
Estoy acostumbrada a ver a las personas darse la vuelta para salir corriendo lejos de mí, y por eso...
¡Debes irte ya!, porque si te quedas, ya no seremos lo suficientemente fuertes como para ignorarnos más.
Vete. Vete rápidamente. Vete como has estado haciéndolo: pausadamente, sin despedidas, sin aviso.
Vete con la legítima intención de no volver.
Yo, por mi parte, sabré anteponerme de nuevo al dolor.
Tú, mientras puedas, lograrás descubrirle un nuevo sabor a mis escritos.
Tú, mientras tanto, hallarás aquí lo que siempre te quise decir.
Vete, y que esta vez sea definitivo.
Y al salir de mi vida, por favor, dile al siguiente 'adiós' que pase.

Carta para un adiós no definitivo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario