miércoles, 10 de febrero de 2016

La dicotomía del ser.

     

     Cuando el universo se creó existíamos, desde el principio del inicio, tú y yo: la primera ambivalencia conocida por el hombre, la bifurcación más clara e ignorante, la dualidad más sincronizada. Desde aquel entonces juegas con las luces y aspiras grandeza, y yo, desde mi nebulosa, ansío las canciones y los libros. Tú matemáticas, yo letras. Tú caminar, yo correr. Tú el ingenio, yo la libertad. La ciencia maravillosa de ser libre y volar. Yo la fuerza aérea, tú la lógica: pensar de más. Desde que el universo existe, hemos conformado el cúmulo más perverso de equívocos, pero hemos vivido, he ahí el dilema. Ser y estar. Tú, desde el infinito eliges estar y yo, desde ese mismo rincón soy. Lo cierto es que ambos venimos del amor y al amor nos dirigimos, como dos conceptos antagónicos provenientes de la misma raíz, buscando independizarse y volviéndose a unir. Somos. Semejanza y contradicción. Tú estrecho y comedido, yo altiva e irreverente. Mismo origen, diferentes destinos. Uno decadencia para el otro. Otro apogeo para el contrario. Somos. Fuimos exactamente la misma molécula y nos desprendimos para nadar a nuestro encuentro, pero convertidos en conceptos contrarios. Convergemos. Somos. No somos el uno sin el otro, he ahí el dilema.
     el dilema de la libertad. 



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