martes, 26 de abril de 2016

Al revés.

   

   Mundo, estás al revés. Cada vez que intento reubicar tus coordenadas, disparas otro misil directo a mi cabeza, y es entonces cuando le robo la certeza al viento de que nada, nada tiene sentido en estos días.
   Decisiones rotundas, reuniones inconclusas, palabras silenciosas, despedidas, oscuridad, incertidumbre: ¿cómo puedes tú pretender hacerme creer que toda esa mierda no es vivir? Casi cumplo los veintidós y ya me has mostrado varias cosas que me seguirán por el resto de mis días, como si, en cada tropiezo, las invocara como espíritus del más allá dispuestos a salvar mi futuro. Entonces, dime, ¿qué sabes tú al respecto? Si desde que te empecé a andar con mis propios pies, luces el más desaliñado y desatendido conjunto de todo el universo.
   Sin embargo, yo, a estas alturas siempre intento enderezarte el alma, pero entonces algo más sucede y vuelves a atacarme ahora con tus garras. Has dejado ya varias cicatrices sobre mis mejillas y debajo de mi piel, pero sigo luchando por verte de nuevo sonriendo en la posición correcta, donde, desde el horizonte, el sol hacía brillar tus aguas y crecer tus tierras. 
   Mundo, estás andando por ti mismo con la camisa puesta al revés. No pareces sorprendido, ni enterado, pero aquí en la lejanía hueles a azufre y carbón, a guerra, a desamor, pero por sobretodos los olores: hueles a desesperanza... y yo casi cumplo los veintidós. ¿Por qué me has hecho vivir tanta mierda apenas en el inicio de la carrera? ¿Vienes con algo mejor?
   Mundo, arrastras tus cabellos por el suelo, y mientras veo eso: pienso que no entiendo, ¿cómo puedes tú pretender hacerme creer que toda esta mierda no es vivir? 

... si la verdad es que esta continua golpiza 
me hace sentir más viva que nunca.

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