domingo, 10 de abril de 2016

Manías de la histérica.


   Últimamente he estado pensando mucho y, a estas alturas, me parece que ya deberías saber algunas cosas sobre mí. Por ejemplo, esa extraña costumbre de tomar el café junto a un vaso de agua fría o ese miedo inexplicable a los largos pasillos, como el del apartamento donde vivo. Deberías también saber esa especie de psicosis que se dispara en mí cuando voy a comer a un lugar público y me es simplemente imposible darle la espalda a los distintos accesos del local, de alguna manera siento que en cualquier momento alguien llegará por mis espaldas a arruinarme el día, sin darme la oportunidad de prepararme para el ataque. De seguro eso debe estar relacionado con que me gusta estar preparada para cualquier situación. También debí comentarte alguna vez que duermo con un leopardo, y que siempre su cabeza debe apuntar en dirección a la mía, porque de lo contrario difícilmente pueda conciliar el sueño siendo consciente de ese pequeño desperfecto animal. Igualmente, deberías ser mi cómplice en esa extraña locura que padezco cuando mi cerebro me obliga a hacer cosas que no tienen ningún sentido, pero a las cuales no puedo negarme, como por ejemplo, cuando tengo un par de shorts puestos al abrir el refrigerador, y casi instantáneamente mi cerebro grita (necesita) que los muslos de mis piernas rocen la parte de adentro para sentir el frío a quemarropa. Lo cierto es que deberías saber que a veces no puedo evitar obedecer a esa extraña y peculiar vocecita que habita en mi cabeza y se antoja de obligarme a hacer cosas a las que nunca le encuentro sentido, pero que si no hiciera, nuevamente me impedirían conciliar el sueño por las noches. Deberías saber también que, por lo general, cuando me doy una ducha muy larga y los espejos del baño se empañan por el calor, suelo dejar allí escritos pequeños fragmentos de canciones de Alejandro Sanz, junto a algunos corazones y caritas felices. Pienso que te conté alguna vez de esa misteriosa atención que le pongo a abrir las bolsas de snacks con sumo cuidado, sobretodo cuando se trata de comerme esos twistos de tomate y aceite de oliva que tanto me encantan... Tú deberías saber tantas cosas de mí que me molesta un poco a veces pensar que soy una total desconocida para ti en estas cuestiones de la cotidianidad, pero luego tan solo recuerdo que, la verdad, yo tampoco sé mucho de ti y entonces logro sentirme un poco reconfortada. Deberías saber que esa correspondencia mutua de desconocimiento, me hace sentir un poco más tranquila, pero aún así no aminora mi curiosidad, porque soy muy curiosa y hago muchas preguntas... aunque de eso seguro ya te habías dado cuenta.
   En fin, tú deberías saber que digo que mi color favorito es el verde, no porque lo sea realmente, sino porque eso decía cuando era una niña; también deberías saber que no digo cucarachas sino innombrables y que el 90% de las veces cuento las horas que voy a dormir (esa es una costumbre adquirida con los veintitantos). Deberías saber que a veces, de reojo, veo caer gotas del marco de la puerta de la cocina, casi como lágrimas fugaces que no dejan rastro en el suelo. Qué extraño, ¿no? Recuerdo que aquello al principio me perturbó un poco, y ahora solo es extraño si no veo a esa puerta llorar algunas lágrimas de vez en cuando... tan solo pensé que tú deberías saber todas estas pequeñas cosas, y discúlpame si la verdad no te interesan.

1 comentario:

  1. Me encanto el: "Deberías saber que esa correspondencia mutua de desconocimiento, me hace sentir un poco más tranquila" ...jajaja libero presión

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