sábado, 16 de abril de 2016

Espiral descendente.


   Eres mi espiral descendente. Lo reconozco. Te reconozco en mi vida.
   Intensificas cada sentir, siempre me llevas al extremo y allí en lo más alto de la pendiente me dejas caer de nuevo en ti... Y eres la caída más larga y placentera, mi espiral descendente.
   Debo decir que la primera vez que vi en tus ojos me perdí, sabía o al menos presentía que nos haríamos adictos el uno del otro. Yo una niña en aquellos tiempos, tú un muchacho con metas y proyectos, dispuesto a sacrificar tantas cosas con tal de alcanzar el éxito, y ahora te has convertido en este imperfecto ser que me intriga y desconcierta más de lo que me fascina, y he de admitir que mi fascinación fácilmente puede darle mil vueltas al mundo entero y regresar.
   Mi espiral descendente, desde que llegaste a mi vida todo se ha vuelto un caos silencioso, por momentos creo tener el poder, pero tú siempre llegas para arrebatármelo de las manos con una sonrisa. Eres mi caída libre, este día y todos los días. Ha sido así desde que me dijiste tu nombre. Desde entonces he cerrado los ojos y el aire me ha sostenido a veces con la sutileza de una pluma para después sorprenderme con la rudeza de mil vientos.
   Mi espiral descendente. Para serte sincera, ya me cansé de ti. Ya no quiero seguir cayendo en ti que no prometes ni propones, es más el vacío y la soledad que me dejas que las satisfacciones que esporádicamente me das, y en estas últimas semanas he adiestrado a mi corazón al respecto: no es una atención una sonrisa o la curiosidad. Queremos más de ti. Siempre más mi corazón y yo.
   No quiero conformarme con esta caída nunca más, porque si yo caigo, quiero que el hombre que esté a mi lado también caiga conmigo.
   Pero tú eres mi espiral descendente y tu naturaleza no está hecha para tropezar. Entiendo entonces que esta adicción no pueda ser más que un daño necesario para el cuerpo o una enseñanza extra de la vida. A fin de cuentas, llevo días meditando en esto y quiero decirte una única cosa:
   Mi amor, sinceramente ya me cansé de caer en ti.

Cuando se me mete en la cabeza un olvido,
nadie lo saca de allí...
... Excepto el mismísimo olvido.

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