jueves, 28 de abril de 2016

Neutralizar al Emperador.




Vidas=                 = 0                   =0



Hace algunos años que empecé a jugar este juego con él a mi lado. Tantos niveles y obstáculos superados juntos, el final nunca se vio verdaderamente claro para los dos, hasta hace tan solo algunos días cuando lo encontré escondido en su castillo sin ánimos de salir en mi búsqueda, en búsqueda de la princesa sin corona. Entonces, producto de las malas jugadas de ese monarca sin sentido, la princesa decidió convertirse en una guerrera y usó la última de sus espadas para empezar ese proceso indefinido de neutralizar al Emperador. Nunca fue suprimirle la finalidad, solo neutralizar su energía y, ahora que estoy intentándolo, veo que necesitaré unas cuantas espadas y un par de vidas más si por alguna casualidad decide abandonar su banquete e invitarme a unirme a él, aunque, siendo honesta, no lo creo: los invitados del Emperador son muy selectos, ni siquiera las princesas convertidas en guerreras pueden tomar del vino en su mesa, ni comer de sus uvas, siquiera tocar a su puerta. El Emperador, ahora creyéndose dios de no sé qué dinastía, se resguarda tras enormes puertas de hierro forjado, sus diligentes vigilantes son dos enormes dragones lanza fuego, y ya sabemos bien cómo se han estado llevando en estos últimos siglos las princesas y los dragones. Sin embargo, yo, desde el otro lado de la muralla, sigo lanzando varios ataques en su contra, porque creo que llegar a este punto de nuestro viaje juntos, para que después me abandonara a cambio de la seguridad de su castillo, ha sido lo más sencillo para él y, sin dudas, lo menos justo para mí, lo que me hace meditar en que lo que se avecina a continaución, es pérdida tras pérdida para la princesa, y es por eso que usaré la última de mis vidas en un intento desesperado pero consciente de neutralizarte, y está bien si vuelvo a fallar en mi misión, quiero que sepa, Emperador, que seguiré intentándolo cuantas veces sea necesario, y cuando por fin logre neutralizar sus engaños, escuchará a lo lejos un himno: seré yo gritándole desde mi castillo, con mi espada en las alturas, y mis propios dragones lanza fuego: 


G A M E   O V E R... 

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