miércoles, 1 de junio de 2011

Hombre misterioso.


Teníamos eso que no sé cómo llamarlo, cuando a escondidas se quiere a alguien y a escondidas él parece saberlo. Teníamos un juego de preguntas y penitencias, tú siempre escogías la penitencia. Jamás supe mucho de ti, no recuerdo saber siquiera qué hacías cuando yo no estaba. No abrías la boca más que para preguntarme cómo estaba y una que otra vez para besarme.
Eras lóbrego y profundo, te veía en blanco y negro, en cámara lenta, atento como ninguno, pero a veces dudé que el sonido de tu voz fuera capaz de identificar. Jamás adiviné tu signo y tampoco por qué arrugabas tu frente jugando con mi ropa.
Fuiste y serás siempre misterio, hombre misterioso, poseedor de intriga, vanaglorioso, dándote tanta importancia que ya eras importante. No pude descubrir a qué se debían tus asaltos en plena madrugada, y tu expresión siempre fue la misma... pero lucías bien y yo era una niña. Jamás conocí tus lágrimas, jamás junté lo vivido y sonreí con eso, jamás vi tu foto de pequeño y hablando de pequeño, ahora que lo pienso, lo que sentí por ti, hombre misterioso, fue enorme...

Hoy por hoy he descubierto que, si me quedé junto a ti todo ese tiempo, fue más capricho que cualquier otra cosa, pues quería darle respuesta a mis preguntas... pero jamás pude.

No hay comentarios:

Publicar un comentario