jueves, 15 de septiembre de 2011

Siempre te recordaré, amigo.

     Amigo, pasé tantos buenos momentos junto a ti, creo que no pude haber reído más, creo que no me pude haber sentido mejor acompañada, pero también creo que no pude haber sido más egoísta.
     Amigo, sí, eras un excelente amigo, pero cuando Navidad llegó y tuve que separarme de ti todo ese tiempo, pude darme cuenta de que era mucho mejor persona sin ti. Me dolió descubrirlo, sentí que debía alejarte o al menos seguir a tu lado, pero sin seguir siendo como éramos. Qué equivocada estaba, y es que era sólo una niña, tan inexperta, tan ciega, nuestra amistad fue, sin darme cuenta, lo que nunca había querido que fuera.
     Nunca te dije esto, amigo, pero el que nos alejáramos no fue culpa de nadie más que de mí; fue adrede, era yo buscando ser mejor... y sí, hubo ratos incómodos, conversaciones inconclusas, indiferencia, mentiras que tú dijiste y de las cuales jamás pude perdonarte, pues ya sabía las verdades... pero nada podrá borrar esos tantos buenos ratos compartidos, ese apoyo que te brindé en mi ignorancia, esa amistad de toda una vida, esa dicha de tenernos el uno al otro.
     Amigo, mira cuánto luchamos porque la vida y sus situaciones no nos separaran, y terminamos siendo nosostros mismos los que arruinamos todo. Mira cuánto maltratamos nuesta confianza.
     Siempre te recordaré, amigo mío, quizá con melancolía o quizá con satisfacción, pero te recordaré, porque siempre serás parte de mis recuerdos, de muchos de ellos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario