martes, 6 de marzo de 2012

Hombre distraído.

          

        En la sala de al lado vive un hombre capaz de desvelar un corazón que no duerme. Tiene nombre y apellido, pero prefiero llamarlo amor y desamor.
          Eso es porque a veces despierto enamorada y otras veces amargada.
          Él no sabe nada.
          Y yo insisto con que es mejor así; pero su sala sigue estando allí, y de vez en cuando su voz de hombre y una que otra vez las visitas de mujeres, altas y bellas, que tan sólo incrementan mi desazón, mi rabia, mi cólera.
          Escasas quisiera que fueran esas mujeres como las veces en que atraviesas el marco de mi puerta, que quizá sea tuya hoy, amor...
          ... y si no, entonces serás desamor. Sólo quedo yo amargada, yo mutilada y él, él no está enterado de que en la sala de al lado vive ese hombre que enamora y no se enamora.
          Hombre distraído.
          Por ser hoy que escribí este poema, te llamaré amor.
          Y si no lo sabes, eres tú ese hombre; el de la sala de al lado, el que me mutila, el que no atraviesa el marco de la puerta, el distraído.

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