viernes, 4 de mayo de 2012

De nuevo él, ese hombre.

Ese hombre ha conjugado todos mis verbos a su antojo, es el sujeto de todas mis oraciones, el protagonista de mis novelas, la musa de mis anhelos, lo veo a toda hora, en todas partes, reflejado sobre cada superficie. Desde que ese hombre llegó a mi vida, no hago más que ser romántica y tonta, romantic and silly, ¡es que a ese hombre siempre lo pienso! Por ese hombre ejecuto mis acciones, y cada mañana al despertar, le dedico el milagro de la vida. A ese hombre le debo mi escritura, el papel y hasta el grafito. Cada poema mío, es suyo, aunque trate del desamor (él a veces se llama así). Este hombre que hoy les presento, es distraído y vive en la sala de al lado, de este hombre ya les había hablado, pero ahora se los introduzco formalmente.
Mi musa, mi inspiración, el motivo desmedido, la prohibición divina, pecado inevitable, un "sí" premeditado, ese hombre es todo esto y mucho más. Él es el sentido para mis oraciones, el mensaje subliminal, su nombre es mi credo.

Amar es amarte.
Necesitar es necesitarte.
Pensar es pensarte.
Extrañar es extrañarte.
Mirar es mirarte.
Tocar es tocarte.
Hasta odiar, de vez en cuando, es odiarte...

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