jueves, 17 de junio de 2010

Fíjate primero que mi corazón es huraño.

- Hola...- a ella el saludo de ese chico le había parecido casi tan vago como sus propios sentimientos. Ella prefirió no decir nada: así que un silencio incómodo los rodeó-. ¿Te sientes bien?- aunque era la primera vez que ella veía a ese chico, el leve desorden descolorado de sus mejillas y sus ojos azules le parecieron... interesantes.
- No- fue lo único que ella pudo decir para ser sincera y poco demostrativa al mismo tiempo.
-¿Puedo saber tu nombre?
- ¿No?- ella empezaba a dudar, pero él era insistente.
- No es un nombre muy creativo...
- Pues... no.
- Debe gustarte mucho, pues no dejas de repetirlo- él empezaba a ver en ella la niña de piedra que era, entonces eso le pareció más interesante que repelente.
Ella era nerviosa, así que empezó a temblar como la hoja de un árbol en el otoño.
- Supongo.
- Yo puedo llamarme Sí, si quieres.
- ¡No! ¿... No?
- Sí.
- No...- eso le ocasionó risa a ambos, pero ella se encargó de disimularlo lo mejor posible bajo la sombre fiel de su cabello moreno.
- Empiezas a inquietarme, No- comentó él, viendo cómo sus frases se le acababan.
- Supongo- ella alzó la vista a él y se encontró con el borde de la paciencia de ese chico extraño que se le había acercado, sin preveer que se trataba de la mujer más huraña del planeta.
- Entonces... eh- ella giró el rostro evitándolo, su respiración tornándose ruidosa, el tiempo acabándose para su reloj. Tanto tiempo de huír de las personas, de alguna manera le habían permitido conocerlas-. Eres imposible, no difícil, niña dura.
Él se quedó unos segundos esperando una reacción por parte de la chica misteriosa, cuya curiosidad había despertado en él el más divino deseo; pero no hubo nada. Él se dio media vuelta y emprendió el camino de regreso.
Ella caviló, vaciló más de una vez y estudió las probabilidades. Entonces recordó la mirada de ese chico y eso fue suficiente para convencerse a sí misma.
- Mi... nombre es... es Alejandra. Mu- Mucho gusto...- le dijo ella a él, uniéndosele en la caminata de retorno. Él la vio y la manera nerviosa en que ella se posaba a su costado, le robó una sonrisa.
- Mu- Mucho gusto. ¿Es un nuevo saludo?- el chico bufó con confianza, ella logró reír sin necesidad de ocultarlo-. Me llamo Gabriel...

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