miércoles, 24 de noviembre de 2010

Abre tu corazón.


Permíteme gritar que me gustas, abre paso a mi imaginación y permíteme cortejarte como lo haría el hombre que se quedará junto a ti para siempre, por ley de vida.
Abre un espacio en tu corazón y dame alojo, que afuera está nevando y necesito la calidez de tus palpitaciones, que aún no me pertenecen, pero que lo harán... por ley de vida.
Anótame en tu lista de candidatos y tacha a los demás, por que sé que muchos te codician, pero ninguno es capaz de tenerte, yo no me uno a ese montón, yo planeo robarme tu corazón, enamorarte hasta ya no ser capacez de entregar más cariño, besarte con la preocupación de ceder aire a tus pulmones... No dejarte ir, por ley de vida.
Mi vida, no le niegues amor a tu cuerpo, déjame entrar y despojarte de las ataduras. Haz, por una vez en tu vida, algo que vaya en contra de tu frialdad, algo como amarme, algo como aceptarlo, algo como entender que no te dejaré sola.
Vas, engañando a los hombres, sacudiendo la miseria que les queda, regodeándote ante ellos que te quieren, pero no te aman como yo. Vas, moviendo las caderas y haciéndote más palpable, llamando la atención por puro tacto.
¿Dónde aprendiste a coquetear?
Era mi ley de vida enamorarme de la mujer más dura de este planeta.
¿Qué hice yo para caer como un idiota en tus coqueteos?

Este escrito nació a partir de una larga "jornada Voz Veis".

Fui un hombre... nuevamente.

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