sábado, 20 de noviembre de 2010

Dos opuestos, dos pasiones.


Entiendo que a veces tiendo a gritarte o a quejarme más de lo necesario; que no soy fácil, aún y cuando después de tus grandes hazañas por conquistarme, debería ceder a tus peticiones, por que fuiste un luchador, y te lo reconozco. Cada nuevo día amanecías convencido de que pronto accedería a amarte como tu lo haces... Y fue así, pero sigo siendo difícil de llevar.
Sé que muchas veces quisieras irte para evitar las discusiones. Tú eres cauteloso, tranquilo, remilgado, piensas las cosas antes de hacerlas. Yo, en cambio, soy escandalosa, intranquila y camorrera.
A veces me pregunto qué pudo llegar a gustarte de mí, si fue una equivocación de tu parte enmorarte de mí y condenarte a ti mismo a lidiar con mis propios demonios.
Si no fuera tan egoísta me hubiese negado a tus cortejos, pero luego yo también me enamoré, luego yo también encontré algo en ti, y ese algo es todo.
Disculpa mis gritos hoy, mi amor, perdona mis maldiciones, olvida mis impulsos y calla mis quejas con uno de tus besos.
Hazlo hoy, mi amor.

- Basta. Cambia esa actitud. ¡Háblame! Ya no te soporto... ¡Esto se está saliendo de control! ¡No aguanto cuando actúas así! ¡Di algo!- te grité.

- Te amo- susurraste y eso me silenció por ahora.

A veces me pregunto, ¿qué haría yo sin ti?
A veces no me entiendo y sólo quiero ser muda de rabias y ciega de soberbias
A veces sólo quiero amarte.

A veces sólo quiero callarme.




No hay comentarios:

Publicar un comentario