lunes, 8 de noviembre de 2010

Mi cobardía.

A veces cuando te digo no, es sí. A veces, cuando tú no me miras, yo cuantifico los respiros que tu alma exhala. A veces, entre tus risas, yo me detengo para observarte, procurando jamás ser vista, anhelando saber qué piensas, recreando una y otra vez nuestra imagen besándonos y sabiendo que sólo es una ilusión.
Amor, esta cobardía adquirida es tu culpa, este miedo eterno te pertenece, es tuyo, como mis labios esperan algún día serlo también. Lo admito, amor, soy una cobarde, por que prefiero ser clandestina y no llamar tu atención, por que desde pequeña me enseñaron que el hombre debe dar el primer paso, por que no quiero enfrentar al posible rechazo.
A veces, cuando caminas, de nuevo yo te estoy mirando. A veces, cuando miras de soslayo, yo giro el rostro. A veces, cuando hablas con tus amigos, yo me callo, sólo para escuchar tu voz, sólo para morir de celos cuando hablas de otras mujeres, sólo para volver a imaginarme entre tus labios, como una cobarde.
A veces quisiera detener este corazón que late por ti y volver a empezar de nuevo, evitar el hecho de la emoción que ocasiona tu presencia en la sala. Ignorar la fantasía latente de mis ilusiones. Bloquear ésto, aquello y todo eso que me hace pensarte. Pues seré por siempre una cobarde... ¿Lo seré, amor?
A veces, cuando te veo, tú... también me ves.

Dedicado a todas aquellas mujeres que, como yo, son chapadas a la antigua y jamás, por ninguna razón darían un primer paso; aunque eso estuviera ocasionando la mayor de las pérdidas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario