sábado, 13 de noviembre de 2010

En esta canción.


Deja a la música que escoga primero su género y luego muévete según te sientas. Piérdete en el vaivén de mi cintura, en mis labios medio abiertos, en mis mejillas sonrojadas, en el sudor caliente que recorre mi frente y te salpica. Sumérgete en mi movimiento, en mis piernas, en mis brazos, en el andar discorde de mi corazón. Mira cómo yo también te sigo, mira cómo yo también te deseo. No pierdas de vista esta ansia de tenerte para toda la noche, de que esta canción no acabe hoy, ni mañana ni nunca.
Mírame una vez más y anda conmigo entre mis pasos. Escapemos, cuanto dure esta canción, no más de cuatro minutos. En la pista de baile, mi amor, toma mi cadera, acaríciala, muévela a tu ritmo, al ritmo de la música, según sea tu preferencia, llévame contigo a ese mundo aparte de los demás; en un baile que no piensa acabar ahora, disfrutemos el momento, la guitarra, el bajo, la suavidad de tu piel y la mía fundiéndose en el deseo que deja un baile en su presencia. Silenciemos a la muchedumbre que nos rodea, pero que está muy aparte de nosotros y no entiende lo que nace justo ahora. Siento que quieres besarme, házlo, que todo se vale en esta pieza y no tienes más de cuatro minutos.
Siento mi espalda fluír llena de libertad, ser rebelde en cada acorde, mi piel bronceada junto a la tuya tostada. Haz todo lo que quieras, mi amor, en esta canción; toca mi piel, piérdete en su veneno, en su lujuria, en su movimiento. Pasa tus manos por mi cabello, esto es un baile para los dos. En la pista de baile, juega a seducirme, intenta obsesionarme; todo lo puedes, en esta canción.

En más de una ocasión grandes amores nacen a partir de un baile, ese fragmento corto, pero decisivo de una canción que, te aseguro, no olvidarás jamás.
Inspiración: Maná y Santana.

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