martes, 17 de mayo de 2011

... Curiosidades: Socializando.

De nuevo me hacían esa pregunta...

- ¿Cómo te llamas?

"Esa es una pregunta que jamás en mi vida dejarán de formularme", pensé en cuanto él se había decidido a hablarme. Pues hace varios minutos atrás lo veía mirando hacia mí, como dudando, como vacilando y yo me hacía la que no se daba cuenta de nada. En el fondo, sonaba el piano.


- Alana- aticulé de manera exagerada, siempre tendía a hacer eso, pues siempre pasaba lo mismo, y con él no fue la excepción: ¡Por unos segundos siempre resulto ser una Aldana tan desconocida como inapropiada! ¡Ese nombre ni siquiera me va! Es decir, la primera opinion de un desconocido hacia mi nombre, siempre será un eterno:

- ¿Aldana?- dudaste, ¿acaso tengo cara de "Aldana"?

- No, no... Alana- le corregí, con una sonrisa en la cara.

- Ahm... A-la-na- dijo lentamente, mientras estallaba en esas carcajadas suyas llenas de vigor y energía.

Hubo un breve silencio. Debía decir algo... "Debo decir algo", pensaba, él es muy simpático, siempre nos sentamos al lado, y yo nunca digo nada...

- No es un nombre muy común- solté...

... y esa fue mi más larga intervención en estas tres semanas que llevo conociéndole.

Otro ¡Bravo! irónico y bufista para mí.

Quizá debí preguntarle cuál era su nombre...
pero la verdad es que ya lo sé.

2 comentarios:

  1. Jajaja... Cuantas veces no me ha pasado eso. Tanto pensar en un diálogo, en las preguntas que le haría a esa fulana que llevo días deseando conocer, y justo cuando ese imaginación se vuelve realidad, me quedo inmutable y desarmado.

    Excelente escena. Muy cotidiana.

    -Saludos "Aldana".

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  2. Dímelo a mí...
    Mira qué terca y masoquista es nuestra naturaleza, puede pasarme sesenta veces, y sesenta veces mi pobre intervención acaba con un vago diálogo.
    No, por favor, no de nuevo el Aldana, jajaja.

    Saludos para ti, Jalfredo.

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