lunes, 21 de noviembre de 2011

Cuando estás distraído.

      Me gusta cuando estás distraído y jugueteas con mi cabello, porque luces absorto en un juego que no tiene ninguna complicación, que tú mismo creaste y donde tú has puesto las reglas. Me gusta porque eres sincero y muchas veces no te percatas de que te observo.
      Me encanta cuando me escribes cursilerías en inglés y al entregármelas, cuando te sonrojas al punto de ya no ser capaz de esconderlo.
      Me gusta cuando dices que nada está perdido, que mientras nos tengamos mutuamente, todo será más que suficiente.
      Me gusta tu apellido y lo quiero como el mío y también me gusta cuando mi nombre se pasea en tu boca, pero aún más me gusta cuando estás distraído y levantas un poco tu mentón, cuando en el trasnscurso de esa acción, me lanzas una de esas miradas pícaras que sólo tú sabes fabricar y sonríes... sonríes para mí como si el hecho de verme allí frente a ti te hiciera el hombre más feliz del mundo.
      También me he enterado que le dices a tus amigos que estás enamorado, por eso me encanta cuando te atrapo distraído, porque te he visto nervioso, buscándome entre la gente cuando vamos al cine, con la mirada radiante, lleno de preocupaciones.
      Cuando estás distraído me encanta observarte, porque pareces no poder esperar a mañana y, como un niño, te entretienes con cualquier cosa. Me gusta cuando me abrazas y de nuevo juegas aquel juego tuyo con mi cabello... yo sólo te observo y es que para ti tu juego es tan largo, tan profundo, tan serio, que mientras lo llevas a cabo yo sólo te investigo, estando entre tus brazos, tus dulces brazos.

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