jueves, 24 de noviembre de 2011

Nuevos síntomas.


     Sin darme cuenta, empecé a hablar en plural y tenía varias sonrisas de más en el día. También peinaba mi cabello unos segundos más de lo normal y me di cuenta de que empezaba a mirarme en cada espejo que veía. Con cierto humor acepté que tardaba más escogiendo qué usar y con amargura admití que ya no dedicaba tanto tiempo a mis amigos. Los cds de Rock que antes no dejaba de escuchar, fueron sustituídos por unas misteriosas baladas y en el lugar de mi despertador, estábamos tú y yo retratados.
     Casi de inmediato comencé a pensar sólo en una persona y cuando nombraban algo con respecto al amor, esa persona palpitaba a través de mi corazón. Sustituí el lápiz labial por humectante y miraba más de la cuenta mi celular. Me irritaba discutir con una persona en especial y en cambio me quedaba a ver sus fotos en Internet. Rápidamente, me convertí de ser la niña buena de papá y mamá a ser la adolescente sospechosa y sonrojada. También me torné sensible y mandona, y lloraba por cada esquina de mi casa cuando se me prohibía salir. De no haber conocido a esa persona, no me hubiera enterado de lo celosa que puedo llegar a ser. En cuestión de segundos, un nuevo cumpleaños se integró a mi almanaque y para mí era muy importante, como ese 17 de agosto en que todos estos síntomas se tornaron "legales".
     Sin percatarme, ahora usaba una nueva frase: "Te presento a mi novio".

No hay comentarios:

Publicar un comentario