viernes, 24 de febrero de 2012

Aún te pienso.

   Aún te pienso. Reciente, vigente, indeleble, tatuado en mi piel, trazado en mi cabeza, pintado sobre mis labios, más vivo que muerto, más afligido que alegre; con tu mirar incólume, tu estar indeciso, tus decisiones descabelladas, con esa respiración tuya sosegada, susceptible y a la vez nerviosa. Conociéndote, queriéndote y aceptando con certeza el hecho de que me importas, aún y cuando decía que no te quería, aún y cuando llegaste a parecerme extraño, aún y cuando sabía que los vellos de mi piel alzaban vuelo y mi boca se empapaba de deseo; sabiendo y sintiendo una sensación de paz con tu cercanía, benévola y a la vez jovial. Cuando tu liderazgo me era atractivo y tu naturaleza perfecta, yo no caía en cuenta, yo no lo sabía; de saberlo, no hubiera actuado con tanta fluidez. Pero... aún te pienso; aún y cuando ya no estás aquí, le doy vueltas a tu silueta en mi cabeza, recuerdo tus pupilas sobre las mías, respiro tu aroma que se desprende de un recuerdo vívido de tu camisa, capturo tus palabras entre mis versos y me baño con tus sonrisas y mis respuestas. ¡Claro! ¡Claro que aún te pienso! Y lo sigo haciendo y lo seguiré haciendo. Yo sí te pienso.

Encontrar un poema que escribiste hace un año... 
es revivir una época de tu pasado.

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