martes, 21 de febrero de 2012

En tu marca. Lista. ¡Fuera!

    Todo cambió desde entonces. 
   Sin darme cuenta, poco a poco me iba desprendiendo de mi infancia, luego de mi adolescencia, hasta llegar a esa etapa confusa que es ser adulto. Ahora no sé qué hacer, qué decir, cómo actuar.
   ¿Hacia dónde voy? ¿Cuál es mi dirección? ¿Adónde se han ido los sueños que a esta edad debería tener? Las metas, las ganas de cumplirlas, el deseo de trabajar en lo que amo y sonreír cada día, ¿dónde están esos sentimientos? Lo único que siento es un miedo colosal, unas ganas de salir corriendo que eclipsan mi lógica y me hacen cometer locuras. 
   Entonces veo que el reloj continúa marcando sus horas, el calendario los días y de nuevo una lágrima temblorosa se pasea por mi mejilla. Aquellos que he amado, se han ido sin antes preguntarme mi opinión, mis amigos se casan y forman su propia familia, la presión de un trabajo, la rutina; siento como si mi vida ya estuviera en un punto muerto y yo sólo pueda sentarme a esperar que el tiempo transcurra, preguntándome siempre: ¿Qué habrá más allá?
   Quizá soy demasiado joven para entenderlo, pero... ¿por qué siento que he llegado a ser una adulta en plena adolescencia? ¿Y luego qué? ¿Tan sólo iré envejeciendo?
¿Dónde quedarán los viajes alrededor del mundo? ¿Y la casa que me quiero comprar? ¿Y el hombre con el que me casaré y al cual amaré por siempre? 
   Es eso o nada. Siento que el tiempo se me acaba... pero tengo toda una vida por delante. ¿Acaso debo quedarme parada y esperar que mis sueños lleguen hacia mí o ir yo en busca de ellos?
  Quizá debería atreverme más, enfrentármele a la vida, mirarla a los ojos y crear experiencias, recuerdos, memorias, porque más nadie lo hará por mí.
   Estoy a la espera de que un sueño tenga matices de realidad, atributos de posible, marcas de nacimiento. Y entonces arremeter contra quien se interponga. 
   Mientras tanto, me quedaré en mi marca, lista, esperando que griten ¡Fuera!

... y luego nadie podrá detenerme.


Dedicado  especialmente a ella, que no contaba con que una tormenta nublara su vista a futuro.

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