martes, 15 de enero de 2013

¡Nos vemos, abuelo!

    
    Recuerdo aquella casa fría, intacta, perfecta. El blanco y el verde se funden y de nuevo me imagino esperando la hora del almuerzo en la cocina de mi abuela, mientras, en el jardín, la mirada escrutante de mi abuelo espera encontrar algo interesante, allí mismo, entre sus múltiples plantas y flores, entre el cocotero y la albahaca. Cuando la soledad marca su hora y él sabe que ha llegado el instante del café con leche, su espera se torna ahora cautelosa e impaciente; espera que, con el sabor de los años en sus manos y la rutina imperiosa, mi abuela interrumpa su soledad y le sirva aquel celestial líquido de sus tardes, y yo observo desde lejos su sencillo amor, allí, torpemente desde la abertura de la puerta. 
    Tras de mí van quedando las galletas de almendra sobre la mesa, la espumosa leche y creo que hay planes para un chocolate caliente nocturno, entonces yo busco mi escondite en el armario del abuelo, allí entre su ropa vieja y su fragancia a mentol, no ha existido nunca mejor escondite que el que encuentro entre sus prendas, desde donde percibo su habitación ancestral y el vapor del agua caliente que desde el baño se acumula sobre la cama.
    Hubo tanto de mí en ese suelo helado, en los vasos anaranjados, en la lavandería, donde solía jugar con el agua y salir hasta el jardín trasero, allí en ese sitio que tanto recuerdo, allí en ese lugar que no olvido. Allí, junto a mi abuelo, el "señor de pocas palabras", el que nunca me llamó Alana y yo hoy no tiene ninguna importancia. Hoy le recuerdo, señor, hoy le hago este homenaje para que después no diga que su nieta "la escritora" no le escribió algo en su partida. Hoy, abuelo, hago memoria de tus sonrisas -tan escasas como especiales-, tu fragancia -tan sutil como característica-, tus lentes rotos para leer y la camisa blanca manchada. Hoy me como un pistacho en tu honor y alzo mi mirada al cielo para decirte, con mi mejor sonrisa de tristeza: ¡Nos vemos, tortugón!


Atentamente, la tortuguita menor,
tu Alana.

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