A veces, acostada en mi cama, me ataca sin piedad la muerta posibilidad de un nosotros y yo, en medio del atentado, aprovecho para ver a la bestia directamente en los ojos azulados, para descubrir allí todo el misterio que nos empañaba, de lo que pudo ser y nosotros no hicimos que fuera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario