lunes, 23 de julio de 2012

Espejismos.

   


     Ahora que la noche cae, lentamente dejo cerrar mis ojos y me sumerjo en la nada.
    Cuando amanezca besaré la superficie de tu espalda y aquella sublime gloria me sabrá a la lluvia de ayer que aún reposa sobre mis labios. Entonces, quizá sonría, quizá me olvide de la hora y juguetee con la humedad del espejo empañado en el baño; quizá te deje un mensaje, todo depende del humor, quizá entienda que no vale la pena o me engañe creyéndolo conveniente...
    Con todo aquello: la mañana ya no sería un problema. El problema sería reencontrarme contigo. ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Por qué lo planeamos tanto?
    Sobre las tres de la tarde, un poco antes de las cuatro, prepararé una taza de café, tomaré una cobija y me sentaré sobre el sofá. Allí, frente a nuestra ventana y con la vista sobre el paisaje, atravesaré las barreras del tiempo, traspasaré la estela terrenal, indagaré una mirada angelical. Traeré un reporte, o escribiré un libro: páginas colapsadas de irrealidades, dedicatorias con tu nombre, lectores imaginarios, tinta inexistente.
    ¿Qué hay más allá del paisaje? Me preguntaré. ¡Levántate y descúbrelo!
    ¿Por qué mi taza de café está vacía? ¡Levántate y llénala!
    Al llegar la noche, regresaré de mi viaje, atravesaré el camino centelleante, de golpe me veré de nuevo en casa y lentamente me levantaré del sofá, le daré mi espalda a la ventana -que no es ventana en sí, SINO UNA PUERTA a la fantasía, al mundo sin tiempo, a la tierra sin ti-; entonces escucharé una vocecita que me dice como un murmuro: "Imagina, ¡apresúrate! Ya es tarde por la noche y se acerca la hora de la nada, la hora exacta y decisiva. Los minutos reales. ¡Vamos! ¡Levántate y deséale buenas noches al espejismo que descansa sobre tu cama!"

Cuesta adaptarse a su ausencia, 
vivimos engañándonos para hacernos creer 
que aún sigue allí con nosotros.
Y no es así.
Cuando el amor te deje: ¡Déjalo ir!
Cuando desees llorar: ¡Llora!
Si quieres gritar: ¡Grita!
Tus deseos son el equivalente de tus acciones.

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